La Autoridad Portuaria Bahía de Algeciras, con el apoyo del Ayuntamiento de Tarifa, quiere acelerar la aprobación de la ampliación del puerto de Tarifa, que convertiría al actual puerto en un “megapuerto” con atraques para ferrys, almacenes e instalaciones para el transporte marítimo de mercancías e incluso un posible desvío de la Operación Paso del Estrecho.
Ante nuevos proyectos de estas dimensiones siempre surge la pregunta ¿Es necesario? ¿Quién se beneficia realmente de la explotación de la instalación? Los promotores del proyecto esgrimen el argumento, muy empleado en tiempos de crisis, de la generación de empleo y el desarrollo económico de la localidad entre otros.
Toda cara tiene su cruz y lo cierto es que en este caso, como en tantos otros, parece que las cifras se han inflado y no se habla de sectores económicos de la población que de hecho temen perder sus negocios (centro de buceo, empresas de avistamiento de cetáceos, actividades pesqueras tradicionales, turismo natural, etc.).
Otra parte importante de la cruz de esta moneda es la afección ambiental a un espacio protegido como es el Parque Natural del Estrecho (también protegido a nivel internacional como Reserva de la Biosfera e incluido en la red Natura 2000 europea). Si bien la ampliación llega convenientemente hasta el límite del parque, cualquiera con algo de conocimiento ambiental entiende que aunque el puerto no esté físicamente dentro del Parque Natural del Estrecho, el tamaño de la infraestructura es más que suficiente como para afectar los procesos ecológicos y geológicos marinos que le otorgan su riqueza y valor medioambiental.
La naturaleza no entiende de límites, y aunque nosotros pongamos líneas y fronteras para delimitar zonas protegidas y así poder servirnos de todo lo que queda fuera, esto no significa que no se puedan ver afectadas por impactos generados fuera de la zona de protección.
Hoy en día todos somos conscientes del estado de nuestras costas y de la sobreexplotación a la que se ven sometidos los espacios costeros. A falta de nuevos espacios, comenzamos a acercarnos peligrosamente e incluso a adentrarnos en los espacios protegidos, amenazando los pocas zonas libres de impacto que nos quedan en nuestras costas.
¿Qué quedaría después de la ampliación del puerto de Tarifa? Un espacio protegido perdido, actividades turísticas sostenibles afectadas y una población que perdería su identidad turística basada en su valor paisajístico y medioambiental. Y también algún bolsillo bien lleno...
Parece que en tiempos de crisis el “todo vale” cobra aún más fuerza, pero no olvidemos que existe otra crisis, la crisis ambiental, que no debemos ni podemos olvidar.
Elvira Jiménez , campaña de Costas de Greenpeace