Estamos ante un problema global y de escala planetaria. Todos los mares y océanos cuentan ya con restos significativos de residuos de origen humano, de ellos entre el 60 y 80% son restos de plásticos. Las cifras no son exactas y hablan de varios cientos de miles de toneladas (casi 300.000) solo flotando. No hay datos de los plásticos que se acumulan en los fondos marinos y la cifra podría incrementarse significativamente.
Lo que estamos viendo actualmente seguramente sea la punta del iceberg. La producción global de plásticos ha aumentado de manera espectacular en los últimos 50 años. En 2013 fueron 299 millones de toneladas producidas, y se estima que en 2020 se superarán los 500 millones de toneladas anuales.
Europa tras China es la mayor consumidora de plásticos. Sólo en 2013 casi el 40% de ese plástico se destinó para hacer embalajes. Y España es el 5º país de Europa en demanda de plástico, somos por lo tanto, un actor relevante en el problema.
Estos embalajes de plásticos destinados a fabricar botellas de bebidas, brick, bolsas o envoltorios tienen una vida efímera. En el caso de las bolsas de plástico de un solo uso se estima que tienen una vida media de apenas 12 minutos y tardan más de 50 años en descomponerse. O por ejemplo una botella de refresco de plástico, que dura unos pocos minutos en nuestras manos, pero que tardará más de 500 años en descomponerse.
Tras usar y tirar estos embalajes, en el mejor de los casos éstos terminan en un contenedor para ser reciclados. Pero casi el 80% de ellos no y acaban en vertederos, incinerados o arrojados al medio ambiente. Incluso las poblaciones lejos del mar contribuyen a la contaminación por plásticos de los océanos, ya que los sistema de alcantarillado, depuradoras y cauces terminan canalizando todo el flujo de residuos plásticos hasta los mares.
España no es ajena a este desastre, a diario se ponen en el mercado 50 millones de envases de bebidas de las que 30 millones no son correctamente reciclados o recuperados y acaban enterrados en vertederos, incinerados o tirados en campos, playas y mares.
Estos embalajes y otros plásticos se van degradando lentamente produciendo fragmentos de menos de 5 milímetros conocidos como microplásticos, lo que hace el problema menos visible pero extremadamente peligroso tanto para los ecosistemas marinos como para el ser humano.
Por eso es importante ser conscientes del problema y de las soluciones para evitarlo. Entender el problema, cambiar nuestros hábitos para reducir el consumo de plásticos y también exigir a los políticos que tomen medidas las que ya están poniendo en marcha otros países.
¿Qué puedes hacer tú?
Reduce en la medida de lo posible el consumo de plásticos.
Pide al futuro Gobierno que actúe.
Descubre el trabajo de Greenpeace en plásticos.