Este febrero ha sido el mes más cálido desde que se tienen registros según la NASA. Antes lo fue enero, antes diciembre, antes noviembre, antes 2014, y antes 2013... Lo que confirma el proceso continúo de calentamiento en el que ya nos encontramos inmersos: cada año y mes que pasan se supera un nuevo récord. La tendencia en el proceso de calentamiento es ya incuestionable, y la duda ya no está en si la temperatura seguirá ascendiendo, que lo hará, sino en si conseguiremos evitar que se sobrepasen los 1,5 ºC. Este es el umbral que los científicos del IPCC determinan como desencadenante de los fenómenos más virulentos para la vida del planeta; procesos que escaparían además a la capacidad de control del ser humano.



Por esta razón es también el límite que se acordó internacionalmente en la Cumbre Climática de París del pasado diciembre. Pero desde entonces lo único que llegan son malas noticias: los últimos datos revelan que vivimos ya en un planeta cuya temperatura media está un grado por encima respecto a la era preindustrial. Y preocupa mucho, a la vista del mapa de la NASA, cómo el aumento de temperaturas se ceba especialmente en el Ártico, dónde su deshielo podría tener consecuencias importantes en el resto del planeta.

Pero lo peor no es que el planeta siga dando señales negativas alarmantes, sino que pasada la cumbre de París y los discursos grandilocuentes la acción política parece haber vuelto a sus quehaceres cotidianos, olvidándose que la mayor amenaza al bienestar del ser humano y de la vida en el planeta es el cambio climático.

Así por ejemplo, mientras la Unión Europea se esmera en continuar impulsando el TTIP, y el CETA (acuerdo comercial con Canadá) y negociando un acuerdo vergonzoso con Turquía para expulsar masivamente a los refugiados sirios, postpone hasta 2023 la decisión para alinear los objetivos climáticos de 2030 con lo acordado en París. No sabemos cuánto puede aguantar el sistema financiero, y si hay que sostenerlo, pero sí tenemos claro que la capacidad de acción del ser humano para evitar una de las mayores transformaciones biofísicas de la Tierra se reduce a los próximos 10 años. Y que si se sobrepasan esos 1,5 ºC se llevará por delante el sistema financiero.

Hay algunas esperanzas en el panorama internacional como el “Break Free from fossil fuels” una movilización ciudadana internacional de la que Greenpeace forma parte para exigir que las reservas de carbón, petróleo y gas natural, se dejen bajo el subsuelo y sin explotar. Única opción de no sobrepasar los 1,5 ºC.

2016 se vaticina así un año caliente, tanto en temperatura cómo en movilizaciones. El cambio climático ya está aquí, y sus consecuencias empiezan a sufrirlas cada vez más personas. La única forma de evitarlo es mediante un decidido impulso -político, institucional, social y financiero- hacia un modelo energético 100% renovable. Una transición energética que se encontrará, y ya lo está haciendo, con una fuerte oposición de las petroleras, mineras, grandes energéticas y de todas aquellas multinacionales con intereses en las energías sucias.

Esperemos que 2016 no sólo vata otro nuevo récord en el incremento de temperatura global de la Tierra, sino también en el punto de inicio del final de las energías sucias y sus intereses asociados.

¿Qué puedes hacer tú?
Firma y pide que se apueste por un modelo racional y eficiente basando en energías renovables.