Todos los meses llega a nuestros buzones (postal o electrónico) uno de los enigmas mejor guardados de los tiempos modernos, el recibo de la luz. En las siguientes línea y a modo de Piedra de Rosetta (permitió descifrar los jeroglíficos egipcios) intentaré explicar qué nos están cobrando en nuestra factura de la electricidad.

La complejidad del recibo no es casual, ya que si algo es ininteligible será más difícil que nadie se queje por lo que le cobran de más. Este hecho, evidentemente sólo beneficia a las grandes compañías eléctricas que cuentan con el absoluto consentimiento del Gobierno (del actual y de los anteriores).

En nuestra factura eléctrica pagamos por dos conceptos (casi en un 50% cada uno):

- El consumo de electricidad que realizamos (término de energía). Cuánto menos usemos la luz más nos ahorramos. Se benefician así las personas que hacen un consumo responsable y eficiente de la electricidad.
-La potencia contratada (término de potencia). Es un término fijo establecido por el Gobierno y que no depende de lo que gastemos. Esto quiere decir que aunque no encendamos la luz nunca, pagaremos de todo modos.

Sin embargo, el pasado mes de agosto el Gobierno ha subido el precio del término de potencia un 63% a los consumidores domésticos. El motivo real: recaudar más y garantizar así los ingresos de las grandes empresas eléctricas.

¿Y cómo podemos defendernos de este abuso? Greenpeace junto a otras 22 organizaciones ha lanzado la iniciativa www.bajatelapotencia.org que explica como ahorrar dinero en nuestra factura y a la vez decirle al Gobierno que rechazamos la reforma del sector que plantea. Esta reforma sólo reportará “aún” más beneficios a las cinco grandes compañías eléctricas de nuestro país. Con ello, se mantiene además un modelo obsoleto basado en los combustibles fósiles y la peligrosa energía nuclear, y en contra de las energías renovables y del ahorro energético.

 

Julio Barea (@juliobarea) responsable de Energía y Cambio Climático de Greenpeace

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