FOTO// El ministro Fraga chapotea feliz en la playa. Se está bañando junto al embajador de EEUU en España. Ambos muestran sus torsos desnudos al sol de invierno de Almería y al enjambre de cámaras. Saludan. Están en la playa de Quitapellejos, junto a Palomares, cerca de donde unas semanas antes habían caído cuatro bombas atómicas.

Fraga se baña en Palomares

DETRÁS DE LA FOTO// Esto sucedió en marzo de 1966. Apenas dos meses antes, hace hoy 50 años, dos aviones militares estadounidenses chocaban en el aire mientras sobrevolaban la localidad almeriense en plena maniobra de repostaje, liberando los cuatro artefactos termonucleares. De ellos, tres cayeron sobre el suelo, y un último en el mar. Por suerte no hubo reacción nuclear en ninguna de las bombas, pero dos de ellas detonaron, liberando su carga de plutonio por la región. Los habitantes de Palomares, que de seguro conocían mucho de la tierra, el mar y la vida, no podían saber que el plutonio es un elemento altamente radiactivo. Tampoco se lo dijo nadie. Solo la Guardia Civil les lanzó una opaca advertencia: “Ni ganado, ni periodistas, ni fotógrafos”.

Las bombas que cayeron en tierra fueron localizadas en pocas horas, pero la que cayó en el mar no se encontró hasta semanas después, sin que se pudiesen conocer las condiciones en las que se encontraba. Mientras, Fraga y el embajador lucieron palmito en un intento de mostrar al mundo que allí no había ni rastro de radiactividad. Por fin, un pescador de la zona, conocido después como “Paco el de la bomba”, ayudó a localizar el arma, cuya caída había sido amortiguada al abrirse el paracaídas.

AVANCE RÁPIDO// 17 de enero de 2016. ¿Qué ha pasado en Palomares durante estos 50 años? ¿Hay hoy radiactividad? En los tres primeros meses tras el accidente, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos llevó a cabo labores de limpieza: lavados a presión de las viviendas, arado y retirada de la tierra contaminada... Se llenaron de tierra casi 5.000 bidones metálicos, que fueron trasladados a EEUU. Otra parte de restos vegetales contaminados por radiactividad fueron enterrados en zanjas en el mismo Palomares.

Después se estableció un programa de vigilancia radiológica durante los 20 años siguientes. A finales de la década de 1980, en pleno boom agrícola e inmobiliario, se reconvirtieron suelos hasta entonces sin uso. La preocupación aumentó, y se decidió reevaluar la contaminación. En 2001, el CIEMAT comunicaba al CSN unas cifras de los niveles de plutonio muy elevadas en la zona donde cayó la segunda bomba. A partir de ahí la cadena de acuerdos y estudios ha ido creciendo: un acuerdo para llevar a cabo un estudio radiológico en 3D, el vallado en las zonas de impacto de las bombas, restricciones en los usos del suelo, expropiaciones, un Plan de Investigación… Pero no fue hasta octubre del año pasado cuando el ministro de Asuntos Exteriores, García Margallo, le regaló una guitarra al secretario de Estado de EEUU, John Kerry, al firmar una declaración de intenciones por las que se comprometen a alcanzar “tan pronto como sea posible” un acuerdo para rehabilitar la zona de Palomares. Este acuerdo, sin embargo, es papel mojado, como el bañador de Fraga, ya que no es vinculante y está condicionado a la existencia de fondos.

Fotos de la zona restringida por las bombas. Después de Fraga en bañador, Margallo regalando guitarras, y construcciones en zonas potencialmente peligrosas, llegan los carteles de advertencia con Comic Sans. ¿Lo hemos visto todo? Fotos (C) Greenpeace / Pedro Armestre

QUÉ NOS ENSEÑA PALOMARES// Primero, que la gestión de residuos nucleares no es cuestión baladí. España y Estados Unidos no han podido resolver este caso en 50 años. Los causantes del accidente tienen que asumir la responsabilidad que les corresponde, con un acuerdo jurídicamente vinculante basado en el principio de precaución y transparencia. Segundo… ¿Qué radioactividad queda en Palomares? Los estudios hoy siguen siendo tan opacos como el mensaje de la Guardia Civil a los vecinos de Palomares en 1966. Fraga se calzó el bañador para dar un mensaje de tranquilidad. Hoy, 50 años después, aún nos preguntamos qué quiso esconder con él.

QUÉ PUEDES HACER TÚ//
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