El calentamiento global continúa imparable. Según el boletín hecho público el pasado lunes por la Organización Meteorológica Mundial, en 2014 la concentración de gases de efecto invernadero batió un nuevo récord, al rozar el límite simbólico de las 400 partes por millón (ppm). Un límite que el mismo Secretario General de esta organización reconocía “será pronto una realidad permanente de nuestras vidas”.


Granjero con su familia en su campo desértico en Filipinas

Al mismo tiempo la Oficina Meteorológica británica difundía otro informe en el que, a partir de los datos recogidos en los nueve primeros meses de este año, se esperaba que la temperatura media en el planeta a final de 2015 sea 1,02 ºC superior a la media registrada entre 1850 y 1900.

La confirmación de ambas superaciones supone una constatación clara de que el planeta Tierra y el ser humano nos estamos adentrando en un escenario incierto y de elevado riesgo de padecer catástrofes climáticas. La barrera de los 400 ppm era el techo de seguridad que preveían los científicos que no debería superarse. A partir de ahora cada ppm que se vaya incrementado supone una probabilidad mayor de que se incrementen las catástrofes ambientales y de  que aumente su intensidad. Asimismo el grado centígrado de incremento de la temperatura global marca otro hito: los mismos científicos establecían los 2 ºC,  y cada vez más los 1,5 ºC, como los límites de incremento de temperatura.

La superación de estas dos barreras simbólicas, que durante tanto tiempo se manejaban en los discursos para evitar el calentamiento global, se conocen a algo más de un mes antes de que tenga lugar la Cumbre de Cambio Climático de París. Un hecho que hace que cobren incluso una mayor relevancia, ya que si no sale un compromiso ambicioso y vinculante de esta cumbre y se continúa con la senda actual en el consumo creciente de energía, y en especial de combustibles fósiles, el incremento de temperatura a final de siglo alcanzaría un aumento de entre 3 y 5 ºC.  

Lo que supondría un comportamiento climático totalmente desconocido y caótico respecto al que conocemos en la actualidad, desencadenante de los peores pronósticos realizados por los científicos. Entre los que se encuentra una subida del nivel del mar de entre 4,5 y 7,5 metros, que amenazaría a entre 470 y 760 millones de personas, según un estudio de la organización estadounidense Climate Central. Algo que ya lleva advirtiendo Greenpeace desde hace años, unas advertencias por las que nos han tachado de alarmistas e incluso nos han denunciado. De nuevo, como ya hizo la NASA hace unos meses, la actualidad nos vuelve a dar la razón.

El reto en las próximas décadas es enorme, pero es posible. Implica que nuestros líderes políticos pongan el bienestar de las personas y de las generaciones futuras por encima de los intereses de las grandes multinacionales, y en especial de las vinculadas a los combustibles fósiles y al lobby industrial. Que sean representantes de todas las personas que reconocen el cambio climático, se preocupan y acometen medidas en su día a día para mitigarlo, como nuestros héroes por el clima, en lugar de representar a los grandes magnates.

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