Hace décadas que los países desarrollados empezamos a preocuparnos por la contaminación de “nuestro” medio ambiente, las grandes fábricas con grandes vertidos y mayores chimeneas no sólo eran paisajísticamente feas sino muy contaminantes... Antes de darnos cuenta ya nos habíamos cargado muchos de “nuestros” ríos que han tardado años en recuperarse. Nunca del todo, por cierto.
Para ello tuvimos que prescindir de las fábricas, prohibir vertidos, pero no quisimos prescindir de “nuestro” nivel de consumo y tuvimos que buscarnos nuevos terrenos. Así se ha desplazado una gran parte de la producción de “nuestros” productos de consumo a tierras lejanas, contaminando, como nosotros ya no aceptaríamos, “sus” ríos, por poner un ejemplo.
Esta semana Greenpeace ha presentado un informe que nos cuenta mucho sobre esto. “Nadando en químicos” nos revela como, mientras existen contaminantes que están decreciendo en muchos lugares del mundo como efecto de la aplicación de leyes ambientales, no está pasando lo mismo en China. Todo lo contrario.
Greenpeace ha encontrado niveles muy elevados de tóxicos en peces a lo largo del río Yangtze. Se trata de sustancias como metales pesados, alquilfenoles y sustancias perfluoradas. Muchas de ellas son persistentes y bioacumulativas pero todas muy peligrosas. Si a este hecho le unimos que no existen límites legales de vertido para la mayoría de estas sustancias en China, los científicos estiman que la tendencia en China será opuesta a la que se ha vivido en otros lugares del mundo y la contaminación seguirá creciendo.
No se puede cerrar los ojos a esta realidad, no es “nuestro” entorno más directo pero si “nuestro” consumo y, en consecuencia, “nuestra” responsabilidad. China está desarrollando un crecimiento imparable que no debe ir a costa del deterioro ambiental y de salud de su población. Es imprescindible revertir esta tendencia tóxica y de injusticia ambiental. Que el desarrollo vaya acompañado del de una gestión del riesgo químico basado en el principio de precaución y el de sustitución. Ni más ni menos que como el que hemos querido para “nosotros” y para que poco a poco “nuestro” planeta sea un poco menos tóxico.
Sara del Rio, campaña de contaminación