Con mis propios ojos, he sido testigo de la belleza sublime y espectacular del Ártico. Y me doy cuenta de que vivimos en un planeta tan interconectado. Lo que ocurre en todo el mundo afecta a esta región de manera profunda y compleja, así como lo que sucede aquí en el Ártico afecta al mundo entero.
 

UN climate commissioner Yeb Saño in the Arctic © Christian Åslund / Greenpeace

Mi estancia en el Ártico, marcado por nuestras incursiones hasta el borde de la frontera del hielo del mar y los magníficos glaciares alrededor de Svalbard, ha sido una experiencia muy potente. He experimentado, de primera mano, el esplendor y el brillo de la naturaleza en la cima del mundo. Estar sobre los témpanos de hielo en el océano Ártico y caminar al lado de un glaciar que se derrite ha sido impresionante y la experiencia nos recuerda lo pequeño que es el ser humano.  Realmente es tan impresionante, que te sientes muy mortal.  Es fascinante darse cuenta de lo pequeños que podemos ser cuando nos exponemos a los grandes elementos en una región como el Ártico. Sin embargo, lo que realmente es desconcertante es que vivimos en un planeta muy frágil y que concretamente el Ártico, con toda su magnificencia, es un lugar muy frágil.

Lo que vemos aquí en el Ártico en este momento es algo que está en grave peligro de perderse para siempre. Ya, los últimos siete años se ha  visto la cobertura de hielo marino mínima más baja jamás registrada y este año está a punto de unirse como nuevo registro. Las repercusiones son graves, y un mayor declive del hielo marino del Ártico puede conducir a una espiral de consecuencias fatales. Está claro que la huella humana ha alterado profundamente el planeta, de una manera que nunca nos imaginamos. La tendencia es evidente : el hielo del Ártico está desapareciendo ante nuestros ojos, y nuestra generación podría ser la última en ver el Ártico helado como así debe ser.
 
Estando aquí, en la cima del mundo, siento una inmensa sensación de angustia.  A medida que se vaya derritiendo el Ártico, las consecuencias para el mundo entero serán catastróficas. Viniendo de un país como Filipinas devastado por los tifones más intensos, ir al Ártico es como conectar los puntos, lo más claros y audaces, del cambio climático.

Lo que es aún más indignante todavía de la difícil situación del planeta es que la verdadera causa del cambio climático y el deshielo del Ártico, los combustibles fósiles, son los que están provocando esta loca carrera explorar más y más el Océano Ártico, y descubren nuevos fondos marinos  para facilitar a las empresas petroleras las perforaciones petrolíferas así como el transporte de carbón que podría surcar la ruta norte. Es imprudente, todavía más: una locura.
 
Locura, que podemos parar. Salvar el Ártico requerirá un enorme esfuerzo y el reto será difícil. Significará que líderes mundiales deberán poner su atención en el hielo. Requerirá un despertar planetario masivo de un profundo sueño. Significa mirar más allá de los combustibles fósiles, exigiendo una rápida transición hacia un futuro de energía limpia y persiguiendo enérgicamente la meta de 100% de energías renovables para el año 2050.

Salvar el Ártico significa salvar el planeta. Salvar el Ártico significa prevenir impactos catastróficos en todo el mundo. Merece la pena hacer frente a tormentas devastadoras, por tanto merece la pena luchar por el Ártico.

Yeb Saño, Comisario de Cambio Climático de Filipinas
Desde el barco de Greenpeace Esperanza en el océano Ártico

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