Si no fuera porque vivimos inmersos en una nube negra, contaminante y tóxica, solamente nos causaría sonrojo la falta de acción de los responsables del Ayuntamiento de Madrid ante la contaminación atmosférica. Sin embargo los que vivimos en Madrid sufrimos cada cierto tiempo con grandes dosis de resignación los períodos de alta contaminación atmosférica, sin que las administraciones públicas tomen medidas al respecto. Un solo dato: la noche del pasado jueves los niveles de óxidos de nitrógeno en Madrid multiplicaban por seis los niveles establecidos por la Directiva de la Unión Europea (250 microgramos por metro cúbico de aire, frente a los 40 establecidos por la UE).
Veamos: mientras la Sociedad Madrileña de Neuomología está advirtiendo sobre el aumento del riesgo de cáncer derivado de la crisis de contaminación en la que estamos inmersos. Las cifras hablan de un mínimo de 2.000 muertes prematuras al año a causa de la contaminación en la ciudad. Ante esta situación en Madrid, la concejala responsable de Medio Ambiente, Ana Botella, en vez de actuar, se limita a calificar de "totalmente excesivo" el llamamiento a adoptar medidas concretas.
¿Por qué tenemos que sufrir esta situación repetidamente? ¿Estamos acaso condenados a vivir en esa nube de contaminación los sufridos ciudadanos de esta capital? No. Se pueden y se deben adoptar medidas que al menos traten de hacer frente a este problema. Lo que no sabemos es a qué esperan las autoridades madrileñas para tomarse en serio un problema que debiera requerir de su atención prioritaria.
El caso es que no hace falta una gran imaginación para saber qué hay que hacer ante un problema generado principalmente por las emisiones procedentes de los coches. Las recetas se están aplicando desde hace tiempo en muchas ciudades europeas, y pasan por dificultar - e incluso impedir en situaciones extremas - el tráfico al vehículo privado y fomentar las alternativas más limpias de transporte en la ciudad. Lo que ocurre es que no hay voluntad política para aplicarlas, ni tampoco ciertamente presión ciudadana suficiente para que se apliquen.
Al igual que las leyes de tráfico se hacen para cumplirlas, también las Directivas anti-contaminación deben cumplirse. Nada justifica que, en materia de contaminación atmosférica, nuestra ciudad incumpla la legislación europea de manera reiterada.
Juan López de Uralde, director ejecutivo de Greenpeace España.