Ilegalidades, ocultación de información, mediciones trucadas, robo de agua, trato de favor a grandes empresas… la gestión del agua en la cuenca del Segura está salpicada de malas prácticas e intereses creado.

Hace 10 años Greenpeace publicaba el informe El negocio del agua en la Cuenca del Segura. En el mismo se demostraba como la mala gestión del agua y las irregularidades mantenían un falso mensaje de déficit hídrico.

Partiendo de ese estudio, Greenpeace ha realizado un nuevo informe que pretende ser un análisis de lo que ha cambiado desde entonces hasta hoy en la gestión y en el uso del agua en la cuenca del Segura: en qué se ha mejorado y en qué se ha empeorado en este último decenio; y qué cosas nuevas sabemos hoy que mejoraría su gestión y su autosuficiencia hídrica para poder independizarse del caudal del Tajo.

El título elegido para este nuevo trabajo es “La trama del agua en la Cuenca del Segura” creemos que encaja, sin exageración, en las dos acepciones que del concepto “trama” define la Real Academia de la Lengua Española: conjunto de hilos que cruzados y enlazados con la urdimbre, forman una tela; y confabulación con la que se perjudica a alguien.

Hace diez años, partíamos de un déficit de agua ficticio, con el que se intentaba justificar la necesidad de megaconstrucciones y grandes plantas de desalación. Incluso antes, el trasvase Tajo-Segura nació por una avidez de negocio de los poderes económicos del momento, más que por una necesidad real. Hubiera bastado utilizar los recursos renovables de los acuíferos para regar las mismas extensiones. Desde entonces hasta hoy, la política hidráulica del país se ha basado en ocultar ese grave error y perpetuar el modelo.

Para ello, se han manipulado y ocultado sistemáticamente datos que justifiquen el trasvase y la idea de la escasez de agua ha sido repetida a modo de mantra por políticos, administraciones y medios de comunicación hasta ser grabado en el subconsciente de la ciudadanía.



Los datos aportados por Greenpeace demuestran que la cuenca del Segura tiene entre 500 y 800 hm3 de recursos renovables más al año de los que la Administración reconoce. Es decir, la cuenca del Segura no tiene déficit, incluso asumiendo las demandas que establece su vigente Plan Hidrológico para el horizonte de 2021 y sin contar con el agua procedente del trasvase Tajo-Segura. Ello permitiría al Segura desengancharse del Tajo en un plazo máximo de 3 años.

Sin duda todo un reto y una oportunidad para dos de los ríos peninsulares más emblemáticos y castigados por la mala gestión de sus aguas.