La UE ha organizado un evento en la cumbre de Naciones Unidas sobre cambio climático que se está celebrando estos días en Bonn para presentar los proyectos que, hasta la fecha, se han puesto en funcionamiento en cumplimiento del objetivo de proporcionar fondos nuevos y adicionales a la lucha contra el cambio climático durante los años 2010-2012, recogido en el acuerdo de Copenhague.
Representantes de todo el mundo han abarrotado la sala para conocer, de primera mano, cuales son las características del apoyo financiero que la UE está empezando a canalizar hacia los países más necesitados. Muchos de los asistentes representando, precisamente, las delegaciones oficiales de estos países que requieren apoyo financiero urgente para adaptarse a los impactos del cambio climático e invertir en sistemas energéticos que les permitan cumplir su parte del esfuerzo en la lucha contra el calentamiento global.
Los compromisos de financiación en el periodo 2010-2012 son básicos en este sentido y acreditar que los países desarrollados están cumpliendo lo acordado es el camino para restaurar la confianza que los países en desarrollo perdieron en Copenhague... Pero no es suficiente la presentación de un mero listado de cifras y unos cuantos ejemplos. La transparencia y la claridad acerca de la procedencia de las fuentes es también esencial para que los países en desarrollo no sientan que les damos con una mano (la de la financiación climática) lo que les quitamos con la otra (fondos previamente comprometido para Ayuda Oficial al Desarrollo).
La UE no ha sabido estar a la altura esta mañana y, en lugar de asegurar qué parte del dinero aportado es “nuevo y adicional” como recoge el Acuerdo de Copenhague se ha limitado a repetir hasta la saciedad que se trata de “dinero fresco”, concepto que, por otro lado, tampoco ha acertado en definir.
Esta falta de claridad está frustrando a las delegaciones de los países en desarrollo en un momento en el que las conversaciones acerca de los objetivos de reducción de emisiones tampoco pasan por su mejor momento...
La UE no termina de decidirse a aumentar sus compromiso unilateral al 30%, pese a que la misma Comisión Europea ha reconocido las ventajas de anticipar la acción (1) y el resto de países industrializados siguen jugando al mismo juego que en Copenhague: hablar de todo menos de las reducciones de emisiones que cada uno debe abordar.
Definitivamente, por mucho que se hable de dinero “fresco”, la postura de la UE sigue calentado los ánimos.
En Bonn, Aida Vila, responsable de la campaña de Cambio climático de Greenpeace