Íbamos de camino a la central nuclear de Cofrentes, para hacer lo que ya todo el mundo sabe, cuando leímos un periódico que en primera página asociaba los huertos solares con la riqueza de sus propietarios. Y desplegaba dos páginas para presentar a todos aquellos que han invertido en energía solar como si fuesen poco menos que corruptos millonarios.

Ahora resulta que invertir en energía solar, en vez de ser motivo de orgullo y admiración, se presenta  como si fuese motivo de vergüenza. Increíble. Los datos del artículo, cuyo origen sólo conocen quienes tienen acceso a los archivos del Ministerio de Industria, presentan un listado de empresas propietarias de parques solares, para concluir que 35 empresas tienen la tercera parte de la potencia instalada en España.

Lo inaudito es que esto se presente como una especie de poder concentrado, cuando de esos mismos datos se deduce que no existe ninguna fuente de energía con una propiedad tan repartida, pues el que más tiene es dueño de 160 MW, de más de 4.000 MW que hay en España, y el que menos (a lo mejor soy yo, que tengo un solo kilovatio, y a mucha honra) tiene una pequeña instalación en su casa. Pero en conjunto, los dueños de las instalaciones solares son decenas de miles, gente que decidió dedicar parte de lo poco o mucho que tuviesen ahorrado, o pidieron un préstamo, para invertir en una fuente de energía limpia, capaz de hacer algo tan simple pero tan importante como convertir en electricidad la energía que recibimos del sol todos los días en todos nuestros tejados, terrazas, paredes y suelos.

¿Por qué no se investiga quiénes son los "honrados" dueños de las centrales nucleares o de las térmicas de carbón? La respuesta es fácil, son sólo cinco, y sus nombres bien conocidos: Iberdrola, Endesa, Gas Natural-Fenosa, E.On y HC-EdP. ¿A quién hay que señalar con el dedo? O de otra manera, si una persona o empresa quiere invertir en algo relacionado con la energía, ¿en qué sistemas debe hacerlo?

Hasta ahora la normativa en España hacía rentable invertir en energía solar, y gracias a ese sistema de apoyo llegamos a ponernos a la cabeza del mundo y la humilde y despreciada energía solar ha llegado a darnos el 3% de la electricidad que consumimos. Muy poco si tenemos en cuenta que con esta tecnología se podría producir toda la electricidad que necesitan todos los edificios.

Está a punto de ocurrir una auténtica revolución energética. En poco más de un par de años la electricidad que dan los sistemas solares fotovoltaicos será más barata que la que nos cuesta la que compramos a las compañías eléctricas. Y eso es precisamente lo que estas tratan de conseguir con esta campaña organizada de desprestigio y de sustitución por obstáculos de lo que eran incentivos.

Pero no se pueden poner puertas al campo. Lo único que va a ocurrir, con la connivencia del Gobierno español, es que mientras aquí echamos el freno a la energía solar, otros gobiernos que tienen más claro dónde está el futuro que conviene, desde Alemania hasta China, nos pasan por delante, mientras aquí seguimos cómodamente comprándoles la electricidad a las mismas empresas de siempre, que la quieren seguir produciendo con las mismas centrales de siempre, que utilizan los mismas fuentes de energía de siempre (gas, carbón, nuclear o petróleo) que hay que importar.

Me da igual que quien invierta en energía solar lo haga para ganar dinero (¿quién invierte en algo para perder dinero?). Lo que importa es que quien invierta lo haga en una actividad beneficiosa para la sociedad y el medio ambiente, y en esa categoría se incluye, por derecho propio, la energía solar. Así que mi enhorabuena a la Duquesa de Alba, a Raúl, a Polanco, a los seis diputados y a todas las personas y empresas que han invertido en energía solar. Por favor, sigan haciéndolo. Y mi desprecio hacia quienes quieren seguir siendo ricos con el carbón o el uranio que ponen en riesgo la vida en este planeta.

Jose Luis García Ortega, Responsable Proyectos Energía Limpia de Greenpeace España