Desde que la empresa eléctrica española ENDESA controla el accionariado de su homónima chilena está acometiendo proyectos energéticos muy destructivos del medio ambiente en Chile, y con una amplia respuesta social. Hasta ahora el caso con mayor repercusión internacional ha sido el proyecto Ralco: la construcción de varias presas en el río Bio-Bio, inundando territorio indígena. La oposición social a estos proyectos ha sido muy fuerte, aunque ENDESA ha seguido adelante con ellos utilizando contra los opositores tácticas inaceptables en pleno siglo XXI al contar con la complicidad de las autoridades chilenas.

Ahora nuevos proyectos de ENDESA se ciernen como una repetida amenaza sobre los últimos ríos vírgenes patagónicos. La compañía eléctrica –asociada con Colbún en una nueva empresa de nombre HidroAysén, pero en la que ENDESA cuenta con el 51% del capital- pretende construir cuatro grandes presas en los ríos Baker y Pascua con una potencia total de 2.430 Mw.

En la Región de Aysén los proyectos de ENDESA están siendo muy contestados. A las casi 6.000 hectáreas que quedarían inundadas, hay que sumar el impacto de la construcción de una línea eléctrica de más de 2.000 kilómetros, la cual requeriría una franja despejada de 70 metros de ancho (un total de 14.000 hectáreas). La zona afectada es un área de gran valor ecológico, con bosques endémicos y que cuenta con varios espacios naturales protegidos que sirven de habitats a especies en peligro de extinción.

La justificación energética del proyecto se basa en abultados cálculos de aumento de la demanda de energía por parte de ENDESA. Según la empresa eléctrica el consumo de energía se multiplicaría por tres en veinte años. La realidad es que la energía producida por este mega-proyecto se utilizaría para la ejecución de nuevos proyectos de transnacionales mineras como Barrick, etc.

Una vez más nos encontramos ante un nuevo caso en el que el ansiado beneficio económico rápido de una corporación multinacional – esta vez con nombre español – pretende pasar por encima de cualquier valor, destruyendo el medio ambiente y eludiendo la empresa su propia responsabilidad social.

Juan López de Uralde.
Director ejecutivo de Greenpeace España