La Amazonia es la mayor región tropical del planeta, pero cada día pierde trozos de selva tropical, se hace más pequeña. Al mismo tiempo, las grandes corporaciones que se instalan en la región aumentan sus beneficios y se hacen un poco más grandes.



Más de 750.000 km² de selva tropical del Amazonas (una superficie similar a Francia) ya ha sido destruida por la agricultura industrial, la ganadería, la tala ilegal y los proyectos de infraestructura.

Y siguen llegando nuevas amenazas: esta vez en la cuenca del río Tapajós, una de las zonas con mayor biodiversidad de la selva tropical amazónica.

¿Qué está pasando en Tapajós?
El gobierno brasileño está planificando un gran proyecto de producción de energía hidroeléctrica en la cuenca del río Tapajós, con más de 40 presas, entre grandes y medianas.

Estos planes incluyen la presa de São Luiz do Tapajós, con un muro de presa de 7,6 kilómetros y una superficie de inundación similar a la ciudad de Nueva York, inundando también parte del territorio indígena Munduruku, tribu que ha vivido en esta región durante siglos. Este proyecto faraónico no sólo amenaza a las comunidades y los ecosistemas locales, también perjudica el clima. La construcción de la que sería la tercera mayor presa del mundo produciría sustanciales cantidades de gases de efecto invernadero, producto de la descomposición de la vegetación de la selva inundada y el suelo.

Para que esta empresa se lleve a cabo se necesita una enorme cantidad de recursos económicos y tecnológicos. Greenpeace Brasil ha estado investigando quienes querrían beneficiarse de este proyecto irracional y destructivo, y ha presentado hoy un informe donde señala los riesgos operacionales, financieros y de reputación de este proyecto.

El informe documenta que la presa de São Luiz do Tapajós está atrayendo el interés de un buen número de empresas brasileñas y extranjeras del sector de la energía, ingeniería, aseguradoras, entidades financieras, etc.  Algunas de ellas con experiencia en otros proyectos hidroeléctricos en la región. Empresas como General Electric, Voith Hydro, Siemens y Andritz podrían participar en este proyecto, pero también empresas españolas como Iberdrola (a través de su socio brasileño Neoenergía) y la aseguradora Mapfre (con su socio Banco do Brasil).



Hasta la fecha, ninguna de estas grandes empresas ha anunciado públicamente sus intenciones sobre este proyecto. Pero otros, como la empresa energética europea Enel, han dado un paso al frente y han anunciado públicamente que no van a participar.

En el caso de las españolas Iberdrola y Mapfre, Greenpeace se ha reunido con representantes de ambas empresas recientemente. De hecho, un miembro de Greenpeace intervino en la Junta de Accionistas de 2016, celebrada el pasado 8 de abril de 2016, y solicitó al Presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, una declaración pública de desvinculación del proyecto hidroeléctrico de São Luiz do Tapajós. La respuesta del Presidente fue “esto es una sociedad participada (en relación a su socio Neoenergia); ni gestionamos ni pintamos nada en ese tema, por tanto, son temas de los brasileños que seguro que lo están haciendo de acuerdo con las leyes brasileñas y yo no puedo decir nada más”.

La respuesta de Mapfre ha sido igualmente decepcionante. En una reunión con responsables de Mapfre mantenida en marzo de 2016, la empresa comunicó que necesitan tiempo para analizar los riesgos asociados con el proyecto de São Luiz do Tapajós y que la decisión final se tomará conjuntamente con su socio el Banco do Brasil.

Ambas empresas, Iberdrola y Mapfre, presumen de ser empresas responsables, transparentes y de haber firmado acuerdos de buen gobierno de Naciones Unidas, disponer de códigos éticos, políticas de responsabilidad social corporativa y bla, bla, bla...

Pese a estas respuestas, la realidad es que los bancos, compañías de seguros, proveedores y contratistas que se involucren en grandes proyectos de energía hidroeléctrica en la Amazonia se enfrentan a graves riesgos financieros y de reputación.

Estas grandes infraestructuras están actualmente en el punto de mira internacional, ya que sus impactos sobre el medio ambiente y las comunidades locales son inasumibles. Además, estos grandes proyectos en la Amazonia han sido recientemente vinculados a la corrupción. La mega presa de Belo Monte ya ha pasado a formar parte de la investigación por el mayor caso de corrupción de la historia de Brasil. Las empresas adjudicatarias pagaron sobornos millonarios para obtener participaciones en la construcción del complejo.

Por estos motivos, participar en los proyectos hidroeléctricos en la Amazonia es un juego peligroso. Pese a esto, algunas grandes corporaciones prefieren correr este enorme riesgo.

Las empresas que pueden colaborar en la construcción, explotación o aseguramiento de la presa de Tapajós están en todo el mundo. Pero la gente que puede parar este proyecto también forma un movimiento global. Hoy mismo, activistas de Greenpeace se han manifestado a las puertas de la multinacional Siemens en Munich, Alemania, para exigir que esta empresa se desvincule del proyecto de São Luiz do Tapajós.

Y hace tan solo dos semanas, indígenas Munduruku se unieron a activistas de Greenpeace para protestar pacíficamente en la Junta General de Accionistas de la empresa austriaca Andritz. Los Mundurukú pidieron que la empresa no forme parte de proyectos que destruirían sus territorios.

¿Cuál será la próxima empresa ante la cual nos manifestemos? Te seguiremos informando, pero no olvides de que donde quiera que estés, donde quiera que vivas, tu voz cuenta.

Firma la petición
El río Tapajós, símbolo de la Amazonia y hogar de animales únicos y de una biodiversidad incomparable, está amenazado por la construcción de una gran presa hidroeléctrica. ¡Firma para impedir su destrucción!