Junichi y Toru son dos activistas de Greenpeace Japón que hace dos años descubrieron la malversación de fondos de la industria ballenera japonesa. No los conozco personalmente pero mucha gente de la oficina sí. Dicen que son personas comprometidas, que creen en lo que hacen y lo defienden hasta el final, hechos que han demostrado. No son muy diferentes de la gente que trabaja en Greenpeace; buscamos la verdad y denunciamos los impactos y daños que se hacen al medio ambiente. Mucha gente nos cuestiona, pero el tiempo nos da la razón.
Después de dos años y medio de lucha para demostrar la malversación de fondos y el desfalco que hace la industria ballenera con su supuesta caza “científica” de ballenas, ayer la Agencia de Pesca de Japón admitió que sus funcionarios habían recibido carne de ballena, de manera gratuita, hasta 2008, justo cuando Junichi y Toru hicieron público el escándalo. Las autoridades japonesas han reconocido que esto está en contra del código ético del servicio publico de cargos oficiales y aquellos que han admitido haber recibido carne tendrán un castigo disciplinario.
El tiempo es sabio y hay que saber esperar. Ayer, en los principales diarios de Tokio se leía: “La agencia pesquera japonesa ha advertido a los funcionarios de que no acepten la carne de ballena como obsequio de los balleneros”. Es un ÉXITO, con mayúsculas. Esto demuestra que Junichi y Toru tenían razón y que han sido condenados injustamente a tres años de libertad condicional.
Este éxito es uno más. Nos dice que Greenpeace tenía la verdad, la razón y la hizo pública, os la dimos a conocer: la caza de ballenas está financiada con fondos públicos y tiene sus días contados. Este año ha salido menos flota a cazar ballenas, la demanda de su carne es cada vez menor. En Japón, Greenpeace esta trabajando para que cada vez más haya menos demanda de carne de ballena en los supermercados.
Durante este tiempo que comenzó con la denuncia en la fiscalía de Tokio, la detención de Junichi y Toru, las mil visitas a las embajadas de Japón alrededor de todo el mundo, los e-mails de denuncia y las cartas de apoyo, que mejor regalo de Navidad que esta pequeña noticia.
Ahora solo falta que la Corte Suprema reconozca esta noticia, reconsidere la sentencia original y le dé la razón a aquellos que como tú y como yo, defienden las ballenas.
Celia Ojeda, responsable de la campaña Océanos de Greenpeace