Se acaba de publicar la nueva edición del informe Solar Generation (Generación Solar). Los datos que contiene aportan mucha luz al futuro de la energía solar fotovoltaica:  podrá suministrar el 5% de la demanda mundial de electricidad para 2020, y hasta un 9% para 2030;  para entonces, más de 2.500 millones de personas podrían beneficiarse de la energía solar; la potencia solar fotovoltaica podría crecer desde los 23 GW que había instalados a principios de 2010 hasta 180 GW para 2015, y más de 1800 GW podrían estar instalados para 2030, lo que ahorraría nada menos que 1.400 millones de toneladas de emisiones de CO2 cada año; la industria fotovoltaica, que ya emplea a unas 230.000 personas a escala mundial, podría dar empleo a 1,3 millones de trabajadores para 2015, y para 2050, esta cifra podría estar en 5 millones.

Pero el dato más llamativo es el que pronostica que las inversiones en esta tecnología se duplicarán desde los 35.000 millones de euros actuales hasta los 70.000 millones en 2015, mientras los costes de los sistemas solares fotovoltaicos se espera que se reduzcan a casi la mitad (-40%). Como resultado, estos sistemas van a poder competir con los actuales costes de la electricidad en los hogares en la mayoría de los países industrializados, fenómeno que se conoce como “paridad de red”, que cambiará completamente el mercado. Es decir, estamos a punto de ver un cambio revolucionario: en muy pocos años, la electricidad obtenida del sol en los propios edificios va a ser más barata que la que nos suministra la red eléctrica.

Es evidente que el beneficio para la sociedad (y para el medio ambiente) puede ser inmenso, pero parece claro que no les haga mucha gracia a las empresas  eléctricas que se queden atascadas en el modelo tradicional de controlar un oligopolio en que sólo ellas sean quienes suministren la electricidad desde sus grandes centrales. Sólo así se entiende la furibunda campaña desatada en España contra la energía solar fotovoltaica, y contra las renovables en general.

Lo que no se entiende, ni se puede admitir, es que sea el propio Gobierno el que esté ejecutando la parálisis, que puede conducir a la liquidación total, del desarrollo solar en nuestro país. El Gobierno español está cometiendo un error histórico al frenar el desarrollo de la fotovoltaica, porque los beneficios económicos, de empleo y de reducción de emisiones se irán a los cada vez más países que sí están apostando en serio por esta energía limpia.

Lo que está haciendo este Gobierno es reconocer que hay que luchar contra el cambio climático, pero “que lo hagan otros”. Y así nos va.

Jose Luis García Ortega, Responsable Proyectos Energía Limpia de Greenpeace España

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