"De nuevo, el lobo llenó sus pulmones de aire y resopló con todas sus fuerzas. Todas las maderas salieron por los aires, mientras los dos cerditos huyeron muy deprisa a casa de su hermano mayor. No os preocupéis, aquí estáis seguros. Esta casa es fuerte, he trabajado mucho en ella -afirmó el mayor."
Los tres cerditos y el lobo feroz
Con este extracto de un cuento infantil en Greenpeace queremos reflexionar hoy sobre la caza de focas de Canadá, la moratoria de la UE a los productos de esta caza y sobre el cambio climático. A principios de abril se iniciaba la masacre anual de estos mamíferos marinos en Canadá, con una cuota legal de captura de 330.000 focas, 50.000 ejemplares más que los del año pasado. El aumento de la cuota es del todo sorprendente ya que en 2009, la Unión Europea vetó la importación de productos de foca salvo cuando procedan de la caza tradicional que practican los inuit. Otros países como Estados Unidos ya prohibieron la importación en 1972.
Sin duda, la ausencia de mercado es una buena noticia y podríamos alegrarnos que debido al boicot de la UE, la temporada anual de caza se cierra antes de lo planeado. Sin embargo, el último año no ha hecho sino perjudicar a la especie. La temporada de caza se cierra antes por la ausencia de hielo en uno de los inviernos más calurosos de Canadá. Por primera vez en 60 años, este invierno ha sido el más cálido de las últimas décadas y hay falta de témpanos de hielo en el golfo de San Lorenzo, que por lo general acogía hordas de cachorros de focas. La falta de hielo empuja a las crías hacia el océano antes de tener la fuerza necesaria para nadar grandes distancias.
Aunque las focas han evitado el machetazo gracias al cierre del mercado europeo, de nada o poco les sirve si su hábitat, el hielo, desaparece poco a poco debido al cambio climático. Y aunque se cierre su comercialización en Europa, el Gobierno Canadiense ya está negociando con China para abastecer a este gigante asiático de pieles, grasas y subproductos como el Omega3.
Las focas, son una víctima más de la avaricia humana, pero a diferencia de los tres cerditos del cuento no tienen una casa fuerte donde cobijarse del lobo feroz.
Pilar Marcos, responsable de campaña de Greenpeace