Por fin y tras más de 8 años de trabajo de colectivos ciudadanos y entidades ecologistas, el

Ministerio de Medio Ambiente ha emitido declaración “definitiva” de impacto ambiental negativa al proyecto de refinería en tierra de Barros (Extremadura)

. Han sido años de lucha contra poderosos intereses económicos y políticos, en los que muchas personas han sufrido directamente su oposición al proyecto. Especialmente dura ha sido la presión y persecución de los que viven más cercanos al lugar donde se planeaba construir semejante aberración.  

Sirvan estas líneas para agradecer el esfuerzo de todas las personas que han hecho posible lograr este gran éxito para el medio ambiente, la salud de las personas y el futuro de Extremadura. Especial mención merecen las gentes que conforman la Plataforma Ciudadana Refinería No (PCRN). Sus convicciones y dedicación para plantarte cara a caciques locales y oscuros intereses les hace merecedores del más alto reconocimiento en este logro.

Los grupos ecologistas como Greenpeace también hemos tenido un papel importante, y hemos centrado nuestros esfuerzos en dar a conocer fuera de Extremadura lo que suponía instalar una refinería en ese lugar. Problemas sanitarios, contaminación (atmosférica, suelo y agua), daños económicos a la agricultura de la zona y emisión de gases de efecto invernadero, entre otros. El proyecto, además, llevaba asociada la construcción de un oleoducto de 200 km pasando junto al Parque Nacional de Doñana y atravesando otros 13 espacios naturales protegidos más.

Felicidades a Extremadura, a sus gentes y todo aquel que ha querido sumarse a la campaña contra la construcción de una refinería en Tierra de Barros. Otro futuro es posible lejos de empresas contaminantes más propias del siglo XIX que de los actuales tiempos. Las energías renovables y un modelo sostenible de crecimiento es el futuro, le pese a quien le pese. Y en este caso, la ciudadanía ha demostrado que tenía razón. ¡Sigamos con esta racha!

Julio Barea, responsable de la campaña de Energía y Cambio Climático de Greenpeace