La agricultura ecológica no para de crecer, ni siquiera en los peores años de la crisis. La razón es muy sencilla: por un lado aumenta la demanda porque la ciudadanía es cada vez más consciente de los impactos que la agricultura industrial tiene en el medio ambiente y en su salud y pide más productos ecológicos. Por otro, muchos agricultores, cansados de ser explotados, de que no se le otorgue el debido valor a su actividad y de las ventajas que ofrece la agricultura ecológica han decidido dar el salto. Y no es un salto al vacío. Tienen el soporte de una comunidad de usuarios cada vez mayor que les respalda de distintas formas: con iniciativas innovadoras o bien con otras que recuperan viejas costumbres, como los mercados de productores.

Mercado de agricultura ecológica en París.

Las personas vuelven a descubrir el valor de la agricultura, de la buena alimentación, de las relaciones de confianza, de la justicia respecto a aquellos que nos dan de comer. Es posible cambiar a la agricultura ecológica y no es tan dificil. Cada vez hay más apoyos y todas las personas que se dedican a la agricultura son bienvenidas. ¡Y es que las necesitamos a todas para construir un futuro mejor!

Pero hace falta más, hace falta una apuesta decidida por este modelo de agricultura, porque el predominante, el industrial, está abocado al fracaso y nos está llevando, a la humanidad, a las demás especies y al planeta en su conjunto, al borde del precipicio.

A pesar del crecimiento constante del sector ecológico su implantación sigue siendo aún minoritaria en España y el consumo interno de productos ecológicos tiene un amplio margen de crecimiento. La gran mayoría de la producción ecológica española se destina a la exportación y nos gustaría que el conjunto de la ciudadanía tuviera acceso a este tipo de productos.

Según los últimos datos oficiales cerca del 7% de la superficie agrícola española se dedica a la agricultura ecológica. Si queremos dar respuesta a desafíos tan importantes como la pérdida de biodiversidad, el cambio climático, la pérdida de fertilidad de los suelos, la contaminación del agua… e incluso el hambre en el mundo, tenemos que apostar por este modelo de agricultura y marcar objetivos claros de incremento en un marco temporal.

Por ello queremos felicitar a la Comunidad Valenciana y en especial al equipo de agricultura que ha tenido la valentía de establecer el objetivo de que en 2020 el 20% de la agricultura sea ecológica (ahora mismo está cerca del 8%). Además, esta apuesta tiene un valor añadido: la Comunidad Valenciana es la segunda comunidad autónoma en la península donde más plaguicidas se utilizan por hectárea y la primera en el uso de insecticidas que tanto daño hacen, incluso a nuestros maravillosos e indispensables insectos polinizadores como las abejas. Gracias, gracias y gracias.

Ahora queremos más, queremos ver cómo se materializa este compromiso y ver compromisos similares en otras comunidades autónomas (en algunas la agricultura ecológica no llega aún al 1%) e incluso ver una apuesta decidida por la agricultura ecológica a nivel estatal y que sea también una línea de trabajo prioritaria.

Como leí hace tiempo “nuestra generación tiene una oportunidad única. Si nos lo proponemos, podríamos ser los primeros en la historia de la humanidad que no dejemos nada a nuestros niños: no emisiones de gases de efecto invernadero, no pobreza y no pérdida de la biodiversidad”.

Sin duda, nos espera un futuro mejor y es gracias a todas las personas que cada día, incansablemente, contribuyen con su granito de polen para que este objetivo sea posible.

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