El derecho a opinar sobre la situación de los bosques o sobre la gestión forestal está amenazado. No sólo por gobiernos poco democráticos, también por grandes empresas forestales que pretenden silenciarnos con demandas multimillonarias. En este momento, Greenpeace se enfrenta a una demanda presentada por la empresa forestal canadiense Resolute Forest Products. No le gusta lo que hemos dicho de ella.



Esta demanda ataca el mismo núcleo de nuestra identidad. Cuando Greenpeace nació en 1971, un grupo de activistas viajaron en un viejo barco pesquero hasta el archipiélago de Amchitka para ser testigos e intentar detener unas pruebas nucleares en superficie. No pudieron detener estos ensayos pero contaron una historia, y la historia de este viaje provocó un movimiento global contra las pruebas nucleares.

La palabra y nuestros actos son nuestro poder. Es la mayor fuerza que tenemos para cambiar el mundo, la herramienta que cada uno de nosotros tiene para construir el futuro que queremos. Una prueba es la actual situación en EE.UU. El nuevo gobierno de Trump planea diezmar la Agencia Ambiental (EPA), pretende censurar la opinión de los científicos, revertir leyes que protegen el agua potable, el aire y el clima y erosionar los derechos humanos. Y sin embargo la voz del pueblo nunca ha sido más fuerte.

Y periodistas de todo el mundo están documentando estos fracasos de la nueva administración norteamericana. Las voces de los millones que han protestado en las marchas de mujeres o en los aeropuertos contra las restricciones a la entrada de ciudadanos procedentes de algunos países musulmanes aumentan cada vez más. Los medios de comunicación son un megáfono para las demandas de la ciudadanía y sus historias se viralizan alrededor del globo durante la noche debido a la energía contenida en sus palabras y sus hechos, no al poder económico que está detrás. La gente habla, escribe, comparte, organiza y protesta. Esto es imparable.

En este contexto, la capacidad de Greenpeace para expresarse libremente está siendo amenazada por un conjunto de demandas presentadas por la empresa papelera Resolute Forest Products: una demanda de 7 millones de dólares presentada en Canadá contra Greenpeace Canadá y una demanda de 300 millones de dólares presentada en Estados Unidos contra Greenpeace US y Greenpeace Internacional.

¿Quién es Resolute y por qué están tratando de silenciarnos? Resolute es una empresa papelera que opera en el bosque boreal de Canadá. La madera de estos bosques es transformada en pasta de papel y papel para fabricar productos como libros, periódicos y revistas. Resolute ha demandado a Greenpeace tras una serie de investigaciones a través de las cuales hemos expuesto que la forma en la que gestiona el bosque boreal es insostenible. La gestión forestal del bosque boreal necesita amplias regiones de bosque vírgen para mantener la salud del hábitat de especies como el caribú. También, el bosque es también el hogar de los pueblos indígenas que dependen de sus recursos y que, de hecho, tienen el derecho legítimo de decidir cómo se debe usar estos territorios.

En lugar de hacer frente a estas críticas con argumentos, Resolute ha demandado a Greenpeace, Stand.earth y otros ONGs para que dejemos de hablar sobre este asunto.

Estas demandas tienen un carácter ejemplarizante y estratégico: ataca el derecho a la libre expresión y el derecho a participar de la vida pública. Con la capacidad económica de estas corporaciones de llevar los casos a los tribunales, las demandas están diseñadas para intimidar a las personas, a la comunidad científica y a la sociedad civil.

En EE.UU. un aspecto especialmente preocupante es que la demanda y la reclamación de 300 millones de dólares en concepto de indemnización se ha presentado al amparo de la “Ley de Chantaje Civil, Influencia y Organizaciones Corruptas” (Racketeer Influenced and Corrupt Organizations, conocida como RICO) una legislación diseñada para luchar contra el crimen organizado y la mafia. Resolute piensa que somos una empresa criminal porque criticamos sus prácticas forestales insostenibles.

A lo largo de su historia, Greenpeace ha vivido muchos intentos de intimidación como este, así que no vamos a dejar de hablar sobre la necesidad de conservar el bosque boreal y el por qué necesita ser protegido. Y no dejaremos de decir a Resolute que tiene que cambiar sus prácticas empresariales para adaptarlas a las recomendaciones de los científicos.

Por eso, en esta batalla no sólo está en juego nuestro derecho a protestar, esta lucha es más grande que nosotros. La sociedad civil se está jugando mucho.