Hace 15 días las siglas ATC no me decían nada, y poco me hubiera ayudado descubrir a qué palabras corresponden: Almacén Temporal Centralizado, esto podría ser una nave de fruta o un puerto seco o infinitud de cosas.

Escuchando las noticias sobre las candidaturas de Ascó y Yebra al ATC me enteré de que se trataba de un almacén de residuos nucleares y que los ayuntamientos podían concurrir para albergarlo en su localidad. Me sentí, entonces, como la liebre que, tranquila en su cama, oye tiros a lo lejos y se entera de que es día de caza, esto le preocupa pero no pierde su tranquilidad pues confía en su invisibilidad y en lo extenso del campo.

Pero cuando el jueves volvía del trabajo escuche en la radio que el alcalde de Santervás de Campos (Valladolid), pueblo vecino al mío, tenía intención de concurrir a tan macabro concurso. Me sentí como la liebre que aún tumbada en su cama sabe que la han descubierto, necesita encontrar el valor suficiente para empezar a correr confiando en su velocidad, y corrí a tirar unos pasquines improvisados antes de los plenos que aprobarían la candidaturas, pues ya eran dos, supe entonces que los galgos que me persiguen son más rápidos que yo, supe entonces que solo puedo ya confiar en mi agilidad para dar quiebros evitando los mordiscos, en mi resistencia para la carrera y en mi conocimiento del terreno; aún tengo muchas posibilidades de escapar pero para mi, esta vez, el lance es una mala noticia.

En Fontihoyuelo (Tierra de Campos), Jerónimo de la Rosa Prieto.