Esta semana descubrimos el lado más oscuro del Volkswagen cuando los informativos nos contaban que La Agencia de Protección Ambiental de EEUU (EPA por sus siglas en inglés) ordenaba a la empresa automotriz retirar casi 500.000 vehículos de circulación. Esto tras descubrir que la empresa usaba un software muy sofisticado para ocultar las verdaderas emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) de algunos de sus modelos diesel. La propia empresa admitió que esto era así y que habría 11 millones de vehículos en el mundo con este software.

Este escándalo nos muestra que la industria automotriz no tienen ningún problema en cometer un crimen para ocultar el peligro para la salud y el medioambiente que suponen los productos que manufactura. Y peligros hay, claramente. Las emisiones de NOx y sus derivados son causantes de enfermedades respiratorias como el asma.

Desde Greenpeace, hace años denunciábamos el lado oscuro de esta empresa y como ejercía presión para evitar que la UE alcanzara altos límites de reducción de emisiones.



Frente a esta situación no hay excusas, la industria del motor y los gobiernos necesitan enfrentar el problema real detrás de este escándalo: la contaminación y la falta de habitabilidad en las grandes ciudades. Para esto hay que empezar a implementar soluciones reales en el  transporte que implique un cambio tecnológico que se aleje de los combustibles fósiles hacia las energía renovables, una mayor ocupación en la utilización del automóvil y apoyar sobre todo el uso del transporte público. Básicamente un sistema inteligente, eficiente y 100% renovable como el que proponemos desde hace años en Greenpeace.

Son los gobiernos quienes tienen que funcionar como custodios de la salud ciudadana y medioambiental. Es hora que implementen políticas al respecto.