El pasado 29 de julio, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) anunció que el Pleno del CSN había aprobado, por unanimidad, un informe favorable a la solicitud de renovación de autorización de explotación de las dos unidades de la central nuclear de Ascó (Tarragona) por un periodo adicional de diez años (2011-2021). El permiso de explotación de estas dos centrales acaba el 1 de octubre. El informe del CSN, que NO ES VINCULANTE para el Gobierno, ha sido remitido por el Consejo al Ministerio de Industria, Turismo y Comercio (MITyC).

Ya comentábamos hace unos días, en un anterior post de este blog, esta decisión del CSN, que demuestra la falta de independencia de este organismo regulador con respecto a la industria nuclear a la que supuestamente regula.

En primer lugar, llama la atención que el CSN tome esa decisión de emitir un informe favorable a la prórroga de funcionamiento de estas dos centrales cuando éstas, como todas las demás del parque nuclear, están pendientes de ser sometidas a los llamados  “stress tests”, obligados tras la catástrofe nuclear de Fukushima, y cuyas conclusiones no estarán terminadas hasta finales de este año. Es, sin duda, una decisión que como mínimo podría calificarse, desde un mero punto de vista técnico, de precipitada y prematura, para un organismo de este tipo. ¿Qué sentido tiene que el CSN emita ese informe favorable a la continuidad de su funcionamiento cuando aún faltan pruebas extraordinarias de seguridad que realizar? ¿Qué tipo de mensaje quiere lanzar el CSN a la sociedad y a los políticos con esta decisión extemporánea? Parece más un favor (otro más) al lobby nuclear que otra cosa. De hecho, el CSN tuvo que reconocer en su nota a los medios que en efecto faltan los resultados de las pruebas de resistencia post-Fukushima (o “stress tests”), pero no daba ninguna explicación del por qué de su incomprensible decisión.

Pero no es solamente eso. El CSN dice que esa su decisión “se basa en la comprobación del funcionamiento de las dos unidades de la instalación y del mantenimiento del nivel adecuado de seguridad para continuar su operación, así como en las modificaciones introducidas o previstas para dar respuesta a requisitos normativos de mayor exigencia a los estrictamente requeridos por la reglamentación vigente. De igual forma, esta decisión tiene en cuenta la verificación del cumplimiento por parte del titular de los requisitos de la autorización concedida en el año 2001”.

Sin embargo, el CSN, como ya nos tiene acostumbrados con otras centrales -caso notorio el de Garoña en 2009-, llegado el momento de acabarse el permiso de explotación de una central hace manga ancha y permite que ésta siga funcionando, no sólo con multitud de deficiencias técnicas, sino ignorando olímpicamente algunos de sus propios requisitos previos.

Llama la atención en el caso de Ascó que, tras el escape radiactivo que se produjo a finales de 2007 en la unidad 1, del cual la central fue plenamente consciente desde su inicio (y que además ocultó durante varios meses hasta que Greenpeace, gracias a un chivatazo, lo pudo desvelar en mayo de 2008), el CSN permita que la central nuclear de Ascó siga funcionando sin haber solucionado sus graves carencias en lo relativo a Cultura de Seguridad.

En concreto, la central nuclear de Ascó incumple de forma clara (como se ha podido comprobar con los numerosos sucesos notificables de seguridad sufridos por la central desde 2008), el Plan de Refuerzo Organizativo, Cultural y Técnico (PROCURA) que el CSN le impuso a consecuencia del escándalo que supuso, dentro y fuera de nuestras fronteras, el mencionado escape radiactivo de Ascó-1.

Una vez Greenpeace hizo saltar esa liebre, el CSN, tras una primera reacción lamentable en la que haciendo un análisis simplista y falto de rigor de la situación trató de minimizar la importancia del escape, finalmente tuvo que reconocer que la central nuclear había ocultado información y aportado datos falsos sobre la cantidad de radiactividad liberada (que aún no se conoce con exactitud) y que realizó un control inadecuado del material radiactivo.

Tras el importante escándalo que generó ese escape radiactivo, el CSN aseguró que el titular de la central nuclear (ANAV) cambiaría de forma radical su pésima Cultura de Seguridad. Han pasado tres años y vemos que todo sigue igual: la irresponsabilidad de ANAV y la complacencia del Consejo de Seguridad Nuclear con ésta.

Ahora el CSN se limita a hacer la vista gorda de este grave incumplimiento y lo incluye como un mero condicionado más en su informe favorable. El CSN le quiere regalar a Ascó otros dos años más para que lo implante. Dada la trayectoria conocida de ANAV, mucho dudamos de que eso se cumpla. Con el accidente de Fukushima hemos visto también algunos graves fallos de Cultura de Seguridad de TEPCO, la compañía propietaria, que agravaron las consecuencias del accidente.

A la luz de lo que ya se conoce de sobra, sobre el comportamiento de ANAV (el titular de la central nuclear de Ascó) y del CSN, ¿podemos dejar que esta central siga funcionando como si no hubiera pasado nada?

En este enlace http://www.tanquemlesnuclears.org encontrarás una petición de la plataforma “Tanquem les Nuclears” para la NO renovación de la licencia a la central nuclear de Ascó. Busca especialmente el apoyo de organizaciones. Si no, anímate a firmarla a título personal. Encontrarás las dos opciones.

Carlos Bravo, campaña antinuclear de Greenpeace