El viernes a las 18h de la tarde era el momento en el que se suponía que tenía que cerrarse la COP de Lima. Una vez más, un equipo de Greenpeace, formado con gente de diferentes oficinas del mundo, nos desplazamos hasta la Cumbre Climática de Naciones Unidas, para ejercer nuestro derecho como observadores del proceso e intervenir en las negociaciones que deben ir dirigidas a poner freno al cambio climático.
195 países participan en estas cumbres de las que salen los acuerdos internacionales del cambio climático, como el Protocolo de Kioto. En cada COP se marcan unos objetivos diferentes que tendrán que ser aprobados por las partes en la última sesión del Plenario.
En el caso de esta COP se habían fijado dos objetivos principales: el de avanzar en el borrador del tratado que dará continuidad al Protocolo de Kioto y que deberá aprobarse el año que viene en París y el de presentar un texto centrado en cómo los países han de presentar sus compromisos de emisión y de actuación frente al cambio climático en el primer semestre del año que viene.
Pero para llegar hasta ahí hay un largo camino, plagado de reuniones, documentos y negociaciones. La cumbre dura dos semanas en las que cada día puedes empezar con las reuniones y eventos desde primera hora de la mañana hasta bien entrada la tarde. Cuando te quieres dar cuenta, no has comido y ya llevas 5 cafés. De repente te coinciden dos reuniones, un acto, una rueda de prensa y una presentación que te interesa y le pides a tu compañero que te cubra en alguna de ellas. Vas corriendo de un lado para otro, cuando te llaman por teléfono y es una llamada importante que debes atender con calma... Bueno, todavía llego a la siguiente reunión, ¡corriendo! Uppss, ¡un día más que no he comido!
Los e-mails engordan mi bandeja de entrada y aprovecho las carreras entre pabellones para leerlos, ¡¡nooo!! ahora pierdo la wifi, ¡justo cuando le iba a dar a enviar! Y entre plenario y plenario, te vas dando cuenta de que el texto que están negociando cada vez es más débil en propósitos y que las tensiones entre países van aumentando.
No todos los países quieren lo mismo y llegar a cualquier acuerdo que aprueben los 195 estados es un proceso muy lento. Pero oyéndoles a veces me cuestiono si no habrán perdido el foco. ¡Venga chicos! Estamos aquí para frenar el cambio climático, os necesitamos a todos y que se ponga el foco en llevar las emisiones a cero, parar la deforestación e impulsar las energías renovables. Agradecería que cada una de vuestras intervenciones en este proceso vayan encaminadas a este fín.
Tras dos semanas de locura y como por arte de magia, una vez pasada la hora prevista del cierre, fijada el viernes 12 de diciembre a las 18 horas, el ritmo de la COP da un giro de 180º. Sale un nuevo texto para que lo aprueben los paises, lo debaten y cada uno expone sus necesidades. El texto no se ajusta a los intereses de muchos de ellos. Finalmente se acaba el plenario y empiezan las reuniones cerradas entre grupos.
Los que estamos en calidad de observadores esperamos impacientes a nueva información. A las 19h vuelven a salir todos los países al plenario, no hay acuerdo con el texto, vuelven a puertas cerradas, nuevo texto, las 20, las 21, las 22, las 23h... A las 2h am vuelta al plenario. Tras una hora y media, siguen las diferencias. La presidencia de la COP anuncia que presentará un nuevo texto.
El sábado por la mañana, los países vuelven al plenario, dos hora de exposición y no hay acuerdo. Puertas cerradas otra vez: una hora, dos, tres... Esperamos o desesperamos hasta nueva comunicación. A las 21h aparece en las pantallas que volverán al plenario a las 23h. Media hora después se presenta un nuevo texto. El presidente de la COP da una hora a los países para mirarlo. 01:12 am. Los países aprueban el texto.
Lamentablemente, el texto aprobado, que debía centrarse en la información los países deben presentar en el primer semestre del 2015 respecto a la reducción de emisiones y otras acciones frente al cambio climático, queda reducido a un básicamente “cada uno que presente lo que quiera”.
No sé si es debido a la complejidad del proceso o la falta de voluntad, valentía y flexibilidad pero, señores, deberíamos estar peleando por ser los más ambicios en la negociación climática.
Este año se escucharon fuertes nuevas voces de América Latina y Filipinas que indican la ruptura de las viejas barreras y divisiones. También hemos podido comprobar cómo crece el llamamiento de la sociedad y líderes empresariales para que se tomen medidas. Es hora de escuchar estas voces y dejar de escuchar a los que contaminan. ¡Asegurémonos que el Protocolo de París impulsa una transición imparable que nos aleje de los combustibles fósiles y nos lleve hacia la energía limpia y renovable!