Tatiana trabajando en el barco

Llegamos a la etapa final de nuestro viaje. Ya estamos en Ny Alesund desde hace unos días y no hemos parado ni un momento de trabajar. El paisaje ha cambiado bastante desde la última vez que estuvimos aquí, hay mucha menos nieve y la zona está bastante transitada de grandes cruceros, no podía imaginar que llegasen tantos turistas a estas latitudes!

Fue estupendo encontrar de nuevo a los científicos con los que llegamos aquí al principio. El grupo de Geo Mar ha estado trabajando muy duro estos últimos dos meses. El experimento con los mesocosmos parece haber salido muy bien y esperan obtener interesantes resultados. De momento ya han podido observar que a partir de una cierta concentración de CO2 mueren la mayoría de los pterópodos por no tener capacidad para metabolizar tal cantidad de carbono. Tendremos que esperar al menos otros 2 meses hasta obtener resultados, pero lo que está claro es que las enormes emisiones de CO2 que producimos son responsables de la acidificación de los oceános y de la alteración del ecosistema marino.

En este momento tenemos a bordo periodistas de China, Japón y Brasil y como ya dije en otra ocasión han pasado reporteros de varios países, pero ninguno de España. Me imagino por lo tanto que no se sabrá mucho de la expedición que hemos llevado a cabo, lo cual me preocupa y me hace pensar que no es noticia el medio ambiente.

El lunes terminaremos de cargar las últimas cajas, los mesocosmos ya están de nuevo en la cubierta y 5 neveras repletas de las muestras que se han tomado. Navegaremos de nuevo hacia Kiel donde se encuentra el centro de investigación Geo Mar y en pocos días estaremos de regreso en Amsterdam donde desembarcaremos y daremos paso a la nueva tripulación.

Siento que se acabe ya la expedición. Ha sido una experiencia maravillosa y he podido aprender muchas cosas. Es verdad que ha habido días duros, mucho trabajo y este clima frío y gris que nos ha desmotivado a todos alguna vez, pero al final el balance es muy positivo. Trabajar aquí me ha resultado muy sencillo y cómodo. Todo era nuevo para mi, pues es la primera vez que me embarco y a veces son demasiadas cosas a aprender, pero la gente a bordo es  estupenda y siempre están dispuestos a  enseñar con una  sonrisa en la cara. Todo el mundo me ha cuidado mucho y me he sentido muy a gusto, aunque no puedo negar que echo de menos el verano, las noches con su luna y sus estrellas y los colores!! (Aquí es todo un poco gris...). Así que tras esta travesía por el Ártico, empezaré con ganas el verano y descansaré del largo trabajo a bordo, esperando tener pronto la oportunidad de embarcarme de nuevo para una nueva campaña.

A bordo del barco Esperanza, en el Ártico, Tatiana Nuño Martínez, voluntaria de Greenpeace

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