Continuamos nuestra expedición por los frios mares árticos, bastante trabajo durante la semana, pero cada día vemos un nuevo lugar increible.
Vamos navegando hasta los puntos donde están planificados los transectos para el estudio del fondo marino. Cada día lanzamos la cámara un par de veces y echamos y levamos ancla... ¡¡hasta 4 veces!! También usamos los botes en varias ocasiones para el reconocimiento del lugar.
Hasta ayer, hemos seguido rumbo al Norte buscando el borde de los hielos Árticos permanentes. El casquete polar Ártico está en retroceso a causa del calentamiento global, de modo que los hielos permanentes ocupan cada vez una superficie menor sobre el mar.
Finalmente no llegamos a ver este límite de hielos permanentes, pero sí llegamos a los 81°N donde ya estábamos completamente rodeados de hielo. Vimos bastantes focas y varias huellas de osos, aunque parecían antiguas. Los osos nadan grandes distancias en busca de alimento por lo que no es extraño encontrarlos sobre las capas de hielo a al deriva.
Lanzamos una vez más el ROV (cámara submarina) e inspeccionamos el fondo marino. A una profundidad de 161 metros bajo el hielo encontramos una enorme biodiversidad y especies que no habíamos visto hasta ahora. En estas latitudes ya tan cerca del Polo Norte, no llegan los buques pesqueros y son áreas que no sufren presión por las actividades extractivas. Pudiera ser por esto que encontramos una auténtica área de alevinaje, había centenares de larvas de peces, pterópodos, diversos corales y anémonas de colores, crustáceos y moluscos. Unas imágenes realmente coloridas y la verdad es que las películas más espectaculares que hemos tenido han sido en las mayores latitudes, cuando veíamos los hielos sobre el mar.
En dos ocasiones hemos tenido la suerte de poder observar el arco de niebla del ártico o como los marineros lo llaman "perro de mar". Es una especie de arco-iris causado por las pequeñas gotitas de agua que provocan la niebla. Es un arco de luz blanca, aunque se pueden distinguir unos tonos rojizos en los arcos exteriores. Aunque he preguntado a varias personas, ninguna me ha sabido explicar todavía por qué lo llaman perro de mar. Seguiré indagando, seguro que tiene una bonita historia detrás.
El sábado celebramos la mitad de la estación del verano, que es una fiesta típica de los países nórdicos. También coincidía con mi cumpleaños y el de otro compañero, así que tuvimos una agradable velada con auténtica música en vivo; el capitán nos deleito con su guitarra y armónica. Entre tanto, una pareja de pájaros frailecillos volaba entre los guillemot alrededor de nuestro barco.
A bordo del barco Esperanza, en el Ártico, Tatiana Nuño Martínez, voluntaria de Greenpeace
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