"Estoy convencido de que el medioambiente solo puede preservarse si incorporamos su valor económico a nuestras decisiones como gobernantes. Lo que no sea viable desde el punto de vista económico, no podrá sostenerse y, a la vez, algo que no sea sostenible medioambientalmente, no será útil económicamente"
Mariano Rajoy, Presidente del Gobierno en la Cumbre de la Tierra, junio de 2012
24 horas. 24 horas tardó una hectárea de posidonia en desaparecer bajo el fondeo irregular de un megayate de lujo de 100 m de eslora en Formentera. En 24 horas acabó con un área valorada en 14.500 euros. 14.500 euros en 24 horas y el jeque árabe dueño del yate no fue multado. La posidonia es un bosque submarino que genera unos beneficios económicos en forma de pesca, de control de la erosión de la playa y otros servicios ambientales.
Un día. Un día tardó la mar en engullir las obras que estaba ejecutando el Ministerio de Medio Ambiente en la laguna costera de A Frouxeira (A Coruña) para abrir un canal de desagüe artificial y que no se inunden las viviendas y paseo marítimo construido sobre la laguna. En un día, 270.000 euros se tiraron junto con la vía natural que el mar abrió con la marea.
Un mes. Un mes, tardó en desaparecer la playa regenerada artificialmente de s’Abanell (Blanes) tras un temporal de invierno. En un mes, la mar engulló un presupuesto de un millón de euros.
Suma y sigue
Seguimos. Un año, 100 millones de euros. Es el presupuesto de la Dirección General de Costas del Ministerio de Medio Ambiente para obras en la costa. Greenpeace denuncia el derroche de este dinero en su duodécima edición del informe Destrucción a Toda Costa. Un flujo constante de dinero público para dragados, espigones, muelles, paseos marítimos o infraestructuras que supone parches de un alto presupuesto. Tiritas que sin una visión global, sin buscar las causas y las consecuencias del urbanismo en nuestra costa, sin una Estrategia Integrada de Zonas Costeras, que aúne las políticas y usos de la costa seguirán siendo dinero público que llega, se queda poco tiempo y se va por el desagüe.
20 personas. 20 historias
Antonio, Sara, Andrés, Peter, Mª Pilar, José Manuel....sus nombres y sus historias os las presentaremos durante estos días. Veinte rostros, que viven en las playas, dunas, marismas y acantilados de los más de 8.000 kilómetros de costa que tenemos. Sus vidas están ligadas a la mar y a la costa, para bien o para mal...para conseguir diferenciarse del turismo masivo con pequeñas casas rurales o para perder para siempre sus caladeros de pesca bajo el yugo del ladrillo y la contaminación. Os las iremos contando poco a poco, durante estos días de verano.
Invertir en medio ambiente es invertir en la costa
La costa si estuviera valorada como activo económico, nos podría dar en forma de beneficios por pesca, playas, turismo, ganadería, control del cambio climático... hasta 7.745 millones de euros al año en beneficios ambientales. El Parque Nacional de Doñana reporta unos beneficios anuales por turismo de 206 millones de euros, un estudio de la Politécnica de Valencia cuantificó los servicios ambientales de l’Albufera de Valencia en 3.000 millones de euros. En la isla de Mallorca, su medio costero presta un servicio de 1.400 millones al año. Y por último, el monte Jaizkibel (Pasaia, Gipuzkoa), amenazado por la construcción del puerto exterior, tiene un valor estimado en 535 millones de euros. El mayor beneficio es invertir en medio ambiente.
Cuando se habla de austeridad, de recortes, de desarrollo a toda costa, no nos olvidemos que la verdadera austeridad comienza por preservar lo que este planeta nos da gratis. Su medio ambiente. Y qué mejor forma que conseguir que la Ley de Costas sea una herramienta real de conservación y no para hacer trajes a medida de empresarios y para los municipios que permitieron la destrucción a espaldas de la legalidad.
Tú puedes decir que no, que quieres que la Ley de Costas siga como está y se aplique correctamente: Firma aquí.
Pilar Marcos (@PilarMarcos), responsable de la campaña de Costas de Greenpeace
Imagen: Pedro Armestre