Hoy, en todo el planeta, celebramos el Día de la Paz 2016 sabiendo que para muchos la paz no existe, no hoy, y a menos que las cosas cambien dramáticamente en muchos lugares, no será posible en un futuro cercano.

2015 fue testigo de un número de personas refugiadas y desplazadas que alcanzaron récords - sobrepasando la época posterior a la Segunda Guerra Mundial. Con gran pesar seguimos las noticias en todo el mundo: las imágenes son sobrecogedoras: un niño aterrorizado, un hospital en ruinas, una embarcación volcada, una ciudad bombardeada hasta sus cimientos, una comunidad que ya no puede aguantar más. Por cada imagen que captura la atención de los medios, muchas otras pasan desapercibidas. Sufrimiento y duelo más allá de cualquier límite son la realidad del día a día para muchas personas.

Y si bien no podemos pretender comprender, podemos, y debemos, preguntarnos - ¿qué debemos hacer?

Para Greenpeace, ésta es la pregunta que tratamos de resolver, pedirnos cuentas a nosotros mismos: ¿cómo contribuir a que nuestro mundo sea más verde y esté en paz? Las respuestas no son sencillas y nunca son suficientes. La colaboración y el apoyo a organizaciones no gubernamentales, y a comunidades que se oponen violencia es un paso en la dirección correcta. El uso de nuestras habilidades para ayudar a los afectados por los conflictos es otra. Y aunque son necesarias e importantes, se producen a posteriori.

Una respuesta adicional, una que nos apasiona, es alzar nuestra voz contra la idea de que la única manera de lograr alcanzar la seguridad es a través de la fuerza militar y que las fronteras y las armas son la clave para una existencia pacífica. En lugar de ello, creemos que hay que trabajar para hacer frente a las causas profundas de los conflictos, para tratar de evitar que ocurran. Todos debemos trabajar junto a las comunidades para identificar soluciones no violentas a los problemas.

La guerra es el último desafío a la paz; la violencia es la forma más extrema de amenaza. Pero la paz no puede ser definida únicamente por la ausencia de guerra o conflicto. No es un juego de palabras. Constituye la base de qué enfoque queremos tener para alcanzar la paz. Los gobiernos gastan fortunas en "defensa" - armas, bombas, aviones de guerra y el arma definitiva: las armas nucleares. En comparación, actualmente hay muy poco esfuerzo, muy poco tiempo y muy poco dinero invertido en prevenir de forma proactiva los conflictos.

El modelo de seguridad del siglo XX, basado en la fuerza militar, ya no es aplicable. La noción de que las armas son el camino a la seguridad, que el dominio militar es una marca de superioridad, y que "lo que pasa por allí se queda allí" son poderosos mitos que conducen a más violencia y sufrimiento y rara vez conducen a la resolución del conflicto. Paz en el siglo XXI significa más que la ausencia de guerras.

Necesitamos reemplazar el paradigma del enfoque de la seguridad nacional basada en el poder militar, y el miedo a quienes son diferentes a nosotros con otro que refleje una mayor comprensión de la verdadera seguridad - la seguridad humana. La seguridad humana se focaliza en la protección y en la promoción de la dignidad, el empoderamiento y la realización de todas las personas. Significa no sólo proteger a las personas de las amenazas, sino un tipo de sistemas medioambientales, sociales, políticos y económicos que apoyen y permitan a las personas desarrollarse juntas y con su entorno.

Un medio ambiente sano es clave para la seguridad humana. Cuidar el medio ambiente es una necesidad, no un lujo. Nuestros destinos y el de la naturaleza están íntimamente conectados. Los seres humanos no pueden sobrevivir, ni vivir en paz, sin un medio ambiente saludable y que funcione.

El Premio Nobel de la Paz Willy Brandt dijo una vez: "La paz no es todo, pero sin la paz, todo es nada." Esta lógica se aplica aún más a la naturaleza que nos proporciona la base para nuestra propia existencia.

Gran parte del daño que estamos causando a nuestro planeta es irreversible. Ahora estamos en un momento crítico, un punto de inflexión en el que sobrepasar nuestros límites planetarios nos está llevando por un camino de creciente inestabilidad, escasez de recursos, miedo, crisis y conflictos potenciales. Algunos de los efectos adversos del cambio climático ya son inevitables. La crisis va a seguir. Es la forma en la que elegimos responder lo que importa.

La escasez de recursos (agua, tierras de cultivo, energía) no tiene que conducir a un conflicto. De hecho, la investigación muestra que a menudo, puede crear las condiciones para que los rivales cooperen.

Compartiendo nuestros escasos recursos de manera justa y protegiendo los bienes comunes globales para todos son dos formas esenciales para lograr alcanzar un mundo verde y más pacífico.

Podemos hacer frente a los problemas de la creciente escasez de recursos y los impactos locales y globales del cambio climático mediante la promoción de opciones sostenibles a la escasez de recursos.

Tomemos la energía como ejemplo. Los conflictos son siempre complejos, pero en todo el mundo, la búsqueda de recursos y los conflictos a menudo van mano a mano. Los conflictos actuales en Irak, Ucrania, Sudán, el Mar del Sur de China o Nigeria están todos, en cierta medida, vinculados a la propiedad, el acceso y el transporte de combustibles fósiles.

"Las guerras por los recursos" no son nuevas. Pero hoy podemos superarlas. La energía es un ejemplo clave de cómo la transición a fuentes renovables limpias y sostenibles, no sólo podría reducir los conflictos sino hacer la vida más fácil y más abundante para millones de personas. En todo el mundo, 1,3 miles de millones de personas - el equivalente al 18% de la población mundial - siguen viviendo sin acceso a la electricidad. 2,6 billones de personas carecen de instalaciones para cocinar. Este problema es especialmente grave para las personas desplazadas y los refugiados. Las energías renovables ya están ayudando a transformar la vida en todo el mundo, y Greenpeace está contribuyendo mostrando el camino para conseguir energía 100% renovable para todos, así como trabajando en el terreno conectando a las personas (por ejemplo, en India, Italia  y Líbano.

Nuestra visión es la de un mundo donde la íntima relación simbiótica entre la paz y el medio ambiente son apreciadas y se actúa en consecuencia. Estamos a favor de un mundo donde las personas convivan pacíficamente entre ellas y con la naturaleza. Defendemos un mundo donde los límites de nuestros recursos son respetados, celebrados y compartidos. Pero para llegar ahí, tenemos que escoger la cooperación frente al conflicto. Hay que elegir la equidad y la sostenibilidad sobre la codicia, la dignidad humana y la sobre explotación.

Estamos a favor de la paz.

Y como uno de nuestros fundadores dijo: Consigamos una paz verde.

Co-escrito por Jennifer Morgan y Bunny McDairmid - Directoras Ejecutivas de Greenpeace Internacional