Durante el pasado mes de febrero estuve en Japón justo cuando se cumplía el quinto aniversario del accidente nuclear de Fukushima. Estuve colaborando en el barco que llevó a cabo controles de radiación marina y en las investigaciones en suelo firme.



Hoy se presentan en Japón los resultados de la investigación que muestran que los impactos del desastre permanecerán durante décadas o siglos y aún queda mucho por comprender. Pero más allá de los datos, de la metodología, o de los laboratorios que han trabajado, y que vienen detallados en el informe que os invito a leer, me gustaría explicar cómo es el día a día de un trabajo así. Los lugares donde estuvimos son lugares abiertos al público donde personas y animales viven sin saber a qué se exponen.

El primer día de muestreo en el río Abukuma al norte de Fukushima, madrugamos mucho para llegar, nuestro Radio Protection Team estaba compuesto por un experto, dos logistas, un fotógrafo y yo misma. A las 12:00 llegamos a Iwanuma y comenzamos a buscar en las orillas del río Abukama lugares donde pudiera haber contaminación radiactiva. Hasta allí no llegó la contaminación, pero queríamos investigar si a través de la lluvia, los arroyos, y afluentes, el agua va arrastrando la contaminación por los ríos.



Llegamos con el coche a la orilla de un embalse, y sin bajar del coche medimos la contaminación. Nos sorprendió porque era alta para el sitio donde estábamos. Seguimos por el camino hacia adelante hasta llegar casi a la desembocadura. Allí nos calzamos las botas de goma para "no mancharnos de contaminación"  y cogimos los medidores. Son unos pequeños dispositivos del tamaño de un móvil que vas acercando al suelo según vas andando buscando puntos calientes.

Tomar una muestra de suelo puede parecer poca cosa, pero cuando está por medio el Cs-137, como era el caso allí, la cosa se complica. En principio se trata de coger como un kilo de suelo, y meter un poco en un bote. Así dicho parece sencillo, pero hay que ponerse un traje, guantes, botas, sellarlo todo con cinta americana, gafas, mascarillas... y al barro. Para coger el barro se mide la radiactividad del punto a varias alturas, luego el GPS para localizarlo, luego con unas cuchillas se prepara una porción de 10x10x10 cm de suelo y se saca con cuchara a un bol, se mezcla, se pesa, se coge un poquito se mete en un bote, se limpia el bote, se pesa el bote, se mete en una bolsita, se anota todo en un papel, y luego te desvistes que es sin duda otra ceremonia. Es como si todo el campo estuviera pintado con pintura fresca invisible y tuvieras que coger un trozo de suelo sin mancharte, ni tu, ni nada de lo que te llevas. Finalmente para entrar en el coche, pones tus botas en una bolsa de plástico, te pones tus zapatos sin pisar el suelo y listo. Tiempo total 1 hora y media para un botecito de 10 gramos de tierra. Tras dos días de trabajo, enviamos todas las muestras a laboratorios independientes para su análisis.

El trabajo en mar, es más complicado si cabe, a todas las dificultades que os podáis imaginar se añade la meteorología y las condiciones marinas que en la costa este de Japón no son nada favorables por las corrientes. El invierno tampoco ayudaba. Pero en el mar las muestras las tomaba nuestro robot submarino equipado con un espectrómetro sensible a rayos gamma, y que tomaba muestras de sedimentos.

Los resultados de la investigación nos han mostrado como la contaminación del cesio radiactivo en tierra es más alta que las concentraciones en sedimentos marinos. El cesio radiactivo en los bosques y en los lagos, son y seguirán siendo, una fuente continua y a largo plazo de insumos de cesio radiactivo en el Océano Pacífico. Y sobre todo que es fundamental que los estudios e investigaciones independientes continúen.

- Conclusiones del informe en castellano