Hoy se cumplen 71 años del estallido de la bomba atómica en Hiroshima, Japón. Fue la primera vez que se usó un arma nuclear, y el horror y la destrucción que causó la la ciudad y sus habitantes no tenían precedente. Nunca se podrán recordar suficientes veces, pero hoy no vamos a hablar de ellos, sino de cinco cosas positivas que los japoneses hicieron para dejarlos atrás.

Desde después de la guerra, Hiroshima realiza cada 6 de agosto una celebración en recuerdo de las víctimas y por la paz en el Parque de la Memoria y la Paz.

1. El plato de la bomba atómica. La escasez de alimentos que siguió a la bomba y la guerra trajo una invención culinaria propia de Hiroshima: el okonomiyaki. Literalmente significa “lo que puedas, a la plancha”, lema bajo el cual las madres de Hiroshima ponían en común sus sobras de comida y se las daban de merendar a sus hijos. Hoy es un plato muy popular en Japón, y se sirve en bares cuyas mesas tienen una plancha donde se cocinan los okonomiyaki delante de los propios clientes.

2. Liga de ciudades por la Paz. Desde el estallido de las bombas en agosto de 1945, Hiroshima y Nagasaki se han esforzado en contar al mundo la crueldad de las armas nucleares. Así, en 1982, el entonces alcalde de Hiroshima, Takeshi Araki, impulsó “Alcaldes por la paz”, una “liga de ciudades” que se oponen a las armas nucleares. Hoy ya cuenta con 7.114 ciudades de 161 países.

3. Las mil grullas de origami. Una leyenda japonesa sugiere que quien pliegue mil grullas de origami le será concedido un deseo. Sadako Sasaki conoció la leyenda en el hospital donde estaba en tratamiento por leucemia. Tenía entonces 12 años, y había sobrevivido a la explosión atómica 10 años antes. Sadako intentó llegar a las mil grullas, pero la enfermedad pudo antes con ella. Hoy se ha convertido en un icono de los niños y niñas afectados por la radiación, y las grullas en un símbolo de esperanza por la paz.

4. La paz tiene edad. Hoy la zona devastada por la explosión nuclear es el inmenso Parque de la Memoria y la Paz, dedicado al impacto de la bomba y el recuerdo de las víctimas. Los árboles del parque fueron plantados poco después de la bomba; sus semillas habían sido donadas desde todas partes del mundo. Los habitantes de Hiroshima dicen orgullosos que la edad de esos árboles son los años que  su ciudad está en paz.

5. Así se mantiene viva la memoria. Desde después de la guerra, Hiroshima realiza cada 6 de agosto una celebración en recuerdo de las víctimas y por la paz en el Parque de la Memoria y la Paz. Una celebración muy extraña para un país como Japón: en ella, además de los actos oficiales, cientos de personas se dan cita de manera improvisada para celebrar la paz. Músicos, gente con pancartas, personas que cuentan la historia de Sadako Sasaki, un grupo de niños y niñas haciendo grullas de origami, gente que da “abrazos gratis”... Una celebración con una energía muy particular y dos mensajes claros: no más armas nucleares, y sí a la paz.