En un tema tan complejo como los incendios forestales, no es fácil dar un balance positivo o negativo. Por ello, desde Greenpeace hemos querido destacar los 12 aspectos principales de la temporada de incendios forestales de 2013.

Buenas noticias hasta el 30 de septiembre, en que los incendios forestales “sólo” habían afectado a 53.285 hectáreas de superficie forestal en 9.344 siniestros. Si lo comparamos con el año pasado, el peor de la década, los datos son muy buenos; si lo comparamos con la media de los diez últimos años, se ha reducido el número de siniestros en un 37% y la superficie forestal afectada en un 54%.

Tampoco hay que echar cohetes o lanzar las campanas al vuelo: los expertos coinciden que estos buenos datos son debidos a las intensas lluvias caídas durante la primavera y a comienzos del verano, la cuales han mantenido alta la humedad del suelo y la vegetación, por lo que los índices de riesgo de incendio han sido bajos hasta entrado el mes de julio.

Una parte considerable de la superficie afectada por el fuego, alrededor de 20.000 ha, lo ha sido durante alguno de los 16 grandes incendios forestales (mayores de 500 hectáreas) que han castigado nuestra geografía, entre los que cabe recordar el de Andratx (2.300 ha), Carnota (2.300 ha), Oia (1.850 ha), Almorox (1.400 ha) o Tortuero (1.300 ha).  Ninguno de estos grandes incendios ha alcanzado la magnitud de los mega-incendios del verano de 2012: Cortes de Pallás-Dos Aguas (30.000 ha), Andilla (21.000 ha),  Alt Ampurdá (13.963 ha) o Mijas (8.225 ha).

Durante el verano de 2013 se han vuelto a repetir las escenas de desalojos preventivos de viviendas, urbanizaciones, campings, etc. para evitar ser pasto de las llamas, volviendo a poner en evidencia los riesgos asociados al aumento de la urbanización en el interior o el entorno de zonas forestales, en un contexto de abandono rural y de acumulación de biomasa en los montes. La falta de cultura preventiva de los habitantes de muchas urbanizaciones y de los propietarios privados que viven en este tipo de contextos de interfaz urbano-forestal ha provocado el desalojo de más de 3.500 personas durante este verano, según datos recogidos por Greenpeace España a partir de los medios de comunicación.

No sólo la meteorología ha colaborado. La persecución del delito por parte de las Fiscalías de Medio Ambiente sigue teniendo un carácter disuasivo importante que influye cada vez más en la disminución del número de siniestros. En este sentido, a principios del mes de Octubre, el Consejo de Ministros aprobó remitir a las Cortes Generales el proyecto de Ley de reforma del Código Penal, reforma que contempla un endurecimiento de las penas para los autores de incendios forestales que se consideren especialmente graves. Además, se modificará la Ley del Jurado para que estos delitos pasen a ser competencia de tribunales integrados por jueces profesionales.

Hay avances, pero también se constata que el fenómeno de los incendios forestales tiene difíciles retos por delante. Todavía pervive la alta intencionalidad en el fenómeno de los incendios forestales en España, en especial en Galicia, donde se siguen produciendo incendios forestales provocados de manera intencionada e incluso simultánea en varios puntos.

Pero entre todos los problemas, es obligado mencionar en primer lugar la preocupante tendencia a los recortes en prevención y extinción. Sindicatos, colegios profesionales y organizaciones ecologistas han mostrado su preocupación por la reducción de personal e inversión en tareas de prevención y extinción de incendios. Si en 2012 se cifró la reducción en un 30% de media con respecto a 2011, las partidas destinadas a la lucha contra incendios, lejos de recuperarse, han continuado disminuyendo en 2013. Pese al malestar y la conflictividad laboral que ha aflorado durante todo el verano, la profesionalidad del personal forestal y de extinción no se ha visto mermada y ha hecho hecho posible que los datos de superficie quemada hayan sido tan bajos. ¡¡Un hurra por ellos!!

Greenpeace constata otro año más que el abandono y la falta de gestión forestal preventiva son el principal problema estructural de gran parte de la superficie forestal. Es urgente que las masas forestales se gestionen más y mejor, reduciendo la cantidad de biomasa que debería utilizarse para la generación de calor mediante la promoción del uso de biomasa. Es fundamental desarrollar modelos de selvicultura que tengan en cuenta la variable del cambio climático, que favorezcan la diversidad genética y específica y que reduzcan la densidad de arbolado con vistas a hacer las masas menos vulnerables a las plagas, grandes incendios, enfermedades, etc.

Por último, es una pena que el Grupo Popular rechazara el pasado 22 de octubre en el pleno del Senado una moción planteada por el Grupo Socialista para poner en marcha un plan de actuación contra incendios forestales, dirigido a la prevención, lucha y restauración de los daños. La propuesta aspiraba a implantar una planificación de la restauración de los espacios quemados, protección del suelo y la capa vegetal para evitar la erosión, recuperar los espacios naturales y la reforestación.

Lejos queda ya el espíritu de consenso político que dio lugar al apoyo unánime de todos los grupos parlamentarios a la moción aprobada en el Senado el 3 de mayo de 2011, donde se instó al Gobierno a elaborar y propiciar una estrategia de mejora de la competitividad del sector  forestal y de la madera, en colaboración con las CC.AA, asociaciones forestalistas e industria.

Sin un gran pacto social y político en este tema, y sin una apuesta estratégica por el sector forestal, los incendios forestales seguirán siendo motivo de un cíclico y estéril debate político.

Más información en “12 aspectos destacables de la temporada de incendios de 2013

Mónica Parrilla (@MonicaParrill) y Nanqui Soto (@NanquiSoto)