Aprovechando la fiebre futbolera de este día y de la moda de las analogías con el mundial de fútbol, podríamos decir que, la biodiversidad pierde 3-0 contra la industria. Tras el fracaso de CITES en marzo y el de la Comisión Ballenera Internacional la pasada semana, ahora hay que sumar el “gol” de la industria atunera. Todo esto en un momento en el que la biodiversidad juega su propio “mundial” ya que este 2010 es el Año de la Biodiversidad.
Esta semana se ha celebrado en Brisbane, Australia, la reunión anual de las cinco organizaciones regionales de pesca (ORP) y responsables de la gestión y captura global de las distintas especies de atún que forman parte de nuestros platos favoritos como son empanadas, ensaladas, sandwiches, pizzas,...
Las especies de atún están sobreexplotadas en la mayoría de los mares y océanos del planeta. El atún rojo del Atlántico y el del Pacífico están críticamente amenazados. Además, lo que conocemos como atún claro, cuyas latas pueden contener atún rabil (yellowfin) ó atún patudo, están también sobreexplotados tanto en el océano Índico como en el Pacífico. Incluso el hasta ahora relativamente sostenible atún listado también ha hecho saltar todas las alarmas al ser capturado en grandes cantidades con métodos insostenibles como los Sistemas de Agregación de Peces (FAD* por sus siglas en inglés), con los que se captura de forma accidental otras especies como tortugas y tiburones.
El problema de la sobrecapacidad de la flota pesquera se reduce a matemáticas básicas y es algo tan sencillo como que la cantidad de barcos y su capacidad de pesca es mayor que la cantidad de peces en el agua. Para dar unas cifras, se estima que hay más de 20 millones de barcos explotando los recursos pesqueros del planeta, con una capacidad que supera en 2,5 veces la cantidad de peces en los caladeros. La propias ORP reconocen que este problema es real, y acudieron a la reunión con la intención de buscar soluciones. Sin embargo, la gravedad del problema no se corresponde con la reacción de quienes deben tomar las decisiones, y las ORP se resisten a tomar medidas para reducir la capacidad de las flotas (en este caso de las atuneras) a niveles sostenibles.
Con esta actitud, la industria pesquera está cavando su propia tumba al “vaciar” los océanos de esta manera y, por si esto no fuera poco, arrastran consigo a las comunidades locales, que ven bloqueados todos sus intentos de mantener y proteger los recursos pesqueros que les proporcionan fuente de ingresos y de alimento.
Ante este problema y falta de respuesta, los consumidores y los supermercados comienzan a reaccionar y a dar ejemplo cesando en la compra y venta de especies amenazadas, aunque aún queda mucho por hacer y el tiempo de este “partido” se agota.
Paloma Colmenarejo y Elvira Jimenez. Campaña de Océanos de Greenpeace.
Más información:
*FAD: es un arrecife artificial diseñado para atraer a los atunes y otros animales marinos que se acercan atraídos por la protección y refugio y la posibilidad de proporcionarles alimento. Estos dispositivos no suponen ninguna amenaza por si mismos, sino que al ser usados conjuntamente con los grandes cerqueros se convierten en una combinación letal al calar las redes en estas zonas ya que supone una alta tasa de capturas accidentales de juveniles de atunes y otros animales marinos. Este método de pesca es muy destructivo y Greenpeace pide el cese de su utilización.
Vídeo explicando como funcionan los FADs (en inglés)