Esta vez ha sido en Suecia, país que junto a Alemania y República Checa ha cultivado la patata transgénica Amflora, que contiene un gen de resistencia a antibióticos. Al parecer, la empresa sueca Plant Science, filial del gigante químico alemán BASF, parece haber confundido o mezclado las semillas para los campos de la patata transgénica “Amflora” con una variedad no aprobada experimental, “Amadea”. No ha sido aprobada, no hay una evaluación de sus impactos ambientales y sanitarios; ¡¡¡sin embargo está en los campos suecos!!! ¿Quién sabe cuáles serán los efectos sobre el medioambiente y la salud de un cultivo transgénico experimental no autorizado que ha estado durante meses creciendo y desarollándose ?

La contaminación es inevitable. Es un gravísimo caso más. Lamentablemente, no es la primera vez que se encuentran transgénicos cultivados de forma ilegal. Por ejemplo, en junio de este mismo año en Alemania se detectaron miles de hectáreas de un maíz transgénico de la empresa Pioneer que tampoco había sido autorizado (el maíz NK603). Y fue también en Alemania donde este verano se hacía de forma institucional, con la presencia del Ministro Federal alemán de Economía y Tecnología y de la propia empresa BASF, la primera recogida de patata Amflora. En el mismo acto, BASF anunció que iba a solicitar permiso de la Comisión Europea para cultivar Amadea, una patata modificada para tener un alto contenido de almidón, principalmente destinados a uso industrial y piensos. ¡¡¡¡Una patata que ya estaba en los campos de forma ilegal!!!!

El responsable político alemán de la comarca donde se cultiva Amflora, ha declarado recientemente que se confiscarán las cosechas de la patata hasta que la empresa demuestre que no hay existencia de contaminación de Amadea. Y asegura que el caso sueco le confirma lo que ya sabemos desde Greenpeace, que la coexistencia no es posible y que ha perdido su confianza en la empresa BASF. Son ejemplos del descontrol que suponen la liberación de cultivos transgénicos y la corrupción de las empresas biotecnológica.

Por todo ello, es urgente que se ponga en marcha una moratoria que prohíba los cultivos transgénicos y sus importaciones. Esta sería la única manera de evitar la contaminación de nuestros alimentos y de nuestros campos. Más de 770.000 europeos y europeas ya han firmado una petición en favor de una moratoria a todos los nuevos cultivos transgénicos en la UE. ¿Has firmado?

Mónica Parrilla, campaña de Transgénicos de Greenpeace
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