Parafraseando aquel viejo eslogan que promovía el ahorro de energía diciendo "aunque usted pueda pagarla, España no puede", "podríamos ahora promover ese ahorro diciendo que "aunque usted pueda pagarla, el planeta no lo aguanta". Hay muchas razones para reducir nuestro consumo de energía, y para mí,  la principal es que la Tierra no puede seguir aguantando este ritmo de emisión de sustancias contaminantes asociadas al consumo de energía.

Hoy en día existen tecnologías adecuadas y suficientes para que esa reducción en el consumo de energía no suponga una merma en nuestra calidad de vida. De hecho, hace ya años que en los países de nuestro entorno europeo el aumento del consumo de energía no es un indicador asociado al aumento del bienestar. Es más interesante la evolución de la intensidad energética - la relación entre el PIB y el consumo energético - ya que muestra si un sistema avanza hacia una mayor eficiencia.

Si a ello sumamos la presión creciente de los precios del petróleo y sus derivados, la ecuación nos lleva, necesariamente, a buscar estrategias para reducir nuestro consumo de energía. En este contexto, la música de lo anunciado ayer por el ministro Sebastián tiene sentido. Otra melodia bien distinta es si las medidas de ahorro anunciadas buscan de verdad ser eficaces, o se trata de una nueva estrategia de marketing verde de un gobierno que deshace por la noche lo que por el día teje.

Me explico: una medida auténticamente eficaz para ahorrar energía en los vehículos es la introducción a través de una Directiva Europea de mayores índices de eficiencia en el consumo de los coches. Se trataría de conseguir una normativa eficaz, que fije los objetivos de emisión en 120 g CO2/km para 2012 y 80 g/km para 2020.

Conseguir unas emisiones medias por debajo de 120 g CO2/km es técnica y económicamente viable. Estudios recientes señalan que los turismos podrían ser hoy ya un 50% más eficientes, tan sólo con la tecnología disponible. Según Julia King, asesora del gobierno británico, de 5 a 10 años los nuevos coches podrían emitir un 30% menos con tecnologías que ya están a las puertas del mercado, siempre que la industria deje de obstaculizar su despliegue y aceptación.

Pues bien, el Gobierno español se está oponiendo a las medidas contempladas en la Directiva, y promoviendo una rebaja de sus objetivos.

Otro caso emblemático es la reducción del apoyo a las energías renovables, en especial, en esta ocasión, a la solar fotovoltaica. Mientras, Sebastián anuncia que duplicará el presupuesto del IDAE (Instituto de la Diversificación y Ahorro Energético). El Ministerio de Industria propone frenar el crecimiento de la energía solar fotovoltaica imponiendo que la potencia a instalar cada año no supere los 300 MW.

El Ministerio propone ahora un límite anual de potencia muy restrictivo respecto a las posibilidades reales de la tecnología, además de ser una forma arbitraria y poco efectiva de controlar el desarrollo de la fotovoltaica. En esta propuesta de Decreto de retribución de la solar fotovoltaica también se incluye una severa reducción (entre un 27% y un 36%) de los precios de venta de esta energía que fija el Gobierno a los generadores, que será efectiva a partir de septiembre.

Se trata de sólo dos ejemplos que muestran cómo, en esto del ahorro y las renovables, Sebastián propone con la mano izquierda lo que con la derecha está desmontando.


Juan López de Uralde, director de Greenpeace

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