Mi nombre es Rianne Teule, y soy experta en radiación nuclear en Greenpeace Internacional. Recuerdo la sensación de opresión en mi corazón tras las primeras noticias sobre el terremoto y el tsunami de Japón, y que había varias centrales nucleares afectadas. Al día siguiente sabíamos que era muy serio. Tres días más tarde llegué a Amsterdam para unirme al equipo de respuesta rápida de Greenpeace, y dos semanas más tarde llegué a Japón.

Recuerdo mi primer tweet: "Conducir a través de las colinas hacia Iitate, a 40 km de los reactores de Fukushima - la radiación va en aumento." El paisaje de invierno se veía hermoso y limpio,  pero los niveles de radiación iban en aumento en nuestro equipo de monitoreo.
Recuerdo el encuentro con el alcalde de Minamisoma, una ciudad costera afectada por el tsunami y la radiación. TEPCO le había llamado 11 días después para informarle sobre la propagación de la radiactividad que tenía su pueblo.

Recuerdo la incertidumbre y el desconocimiento de las personas con las que hablamos, sin saber los riesgos que estaban expuestos.

Mi corazón está con todos los japoneses que todavía están sufriendo las consecuencias de este terrible accidente. Con mis compañeros de Greenpeace en Japón, que continuaban su trabajo con la incertidumbre de no saber acerca de sus propias familias.

Me da rabia cada vez que alguien minimiza el impacto de Fukushima, cada vez que alguien piensa que «dos años Fukushima" ya es algo pasado. Tenemos que recordar. En apoyo de la gente en Japón. En apoyo a la lucha mundial para acabar con la energía nuclear. Porque esta vez podemos ganar esa pelea.

Mi nombre es Pablo Korman, soy gallego y trabajo en el equipo de activistas de Greenpeace Bélgica, quiero contar que el pasado 7 de marzo y dentro de la campaña global por el segundo aniversario del desastre nuclear de Fukushima,  nos pusimos en marcha para llamar la atención pública sobre esta catástrofe, fuimos a a las oficinas de la multinacional General Electric, responsable de la puesta en marcha de esta y otras centrales nucleares alrededor del mundo, y que se niega a hacerse responsable de las indemnizaciones que debería pagar por su negligencia, y que están pagando los contribuyentes japoneses.

A las 4 :45  am nos despertó la música que Caroline pone como «wake-up call» y nos pusimos en marcha rumbo Bruselas. Somos un grupo de ocho activistas de edades variopintas, aquí en Bélgica es muy común encontrarte con activistas de incluso 70 años, motivados y con ganas de cambiar las cosas como un debutante, en este caso Bernard, Magda y Walter pasan los tres de los sesenta.

Al llegar cerca de las oficinas de G.E. hacemos una parada y nos preparamos, pertrechados de escaleras, equipo de escalada, folletos para informar a los transeúntes y unas grandes pegatinas para empapelar las ventanas de la oficina y trasmitir a su dirección y al público nuestro mensaje : «Vuestro negocio, nuestro riesgo». Eramos dos equipos de dos activistas, mientras los cuatro restantes nos prestan apoyo desde abajo. El lugar de la acción era muy céntrico, al lado de las instituciones europeas, y hay muchos transeúntes que se paran y nos preguntan, que se interesan por el tema. Mientras tanto esperamos que la dirección de G.E. recibiera en persona nuestra carta con las demandas, básicamente con la petición de indemnizaciones justas a las victimas de Fukushima y el desmantelamiento de sus reactores obsoletos alrededor del planeta, al fin nos comunican que se niegan a personarse, no se atreven a dar la cara ante nosotros y el mundo, no tienen justificación.

Mi nombre es Raquel Montón, y soy responsable de la campaña antinuclear de Greenpeace en España, y yo os pido que, no nos paremos, que como decía Rianne esta vez podemos ganar, y como hace Pablo  le digas a la industria nuclear que pague. Entre todos podemos.

Rianne Teule, Pablo Korman y Raquel Montón, campaña anti nuclear de Greenpeace