A las 3 de la madrugada, hora local, tres expertos escaladores a bordo de botes hinchables lanzados desde el barco de Greenpeace Esperanza, han abordado, a 160 kilómetros de la costa de Groenlandia, la plataforma petrolífera más polémica del mundo: la Leiv Eiriksson, de 53.000 toneladas, que pretende realizar perforaciones en busca de petróleo en esta región de condiciones extremas, donde un accidente produciría una catástrofe irreparable.
Antes han tenido que sortear un buque de guerra danés que llevaba días siguiendo al equipo de Greenpeace y que ha sido enviado para mantener alejados a los activistas de la plataforma. Luego han conseguido instalar un campamento a pocos metros de la enorme broca de perforación con la que la compañía escocesa Cairn Energy esperaba perforar el fondo marino en busca de petróleo en las próximas semanas. Los activistas tienen agua y comida para 10 días. Si la perforación se retrasa incluso por un corto periodo de tiempo, Cairn podría verse en dificultades para cumplir el corto plazo que tienen para completar la exploración, antes de que el hielo invernal cierre el acceso y tengan que abandonar la búsqueda hasta el año que viene.
La operadora de la plataforma, Cairn Energy, es de momento, la única empresa que planea realizar perforaciones en la región, pero si encuentra petróleo este verano, dará inicio a una fiebre por el petróleo que puede resultar devastadora para el frágil medio ambiente del Ártico. Esto bien lo sabe Luke, de 25 años, y uno de los tres escaladores que ha conseguido comunicarse con nosotros desde la plataforma: “a pesar de la temperatura extrema del agua, estamos bien. No hay forma de que Cairn pueda perforar para extraer petróleo mientras estemos suspendidos cerca de la broca de perforación y les va a ser muy difícil retirar nuestro campamento de supervivencia. Querer perforar para extraer petróleo aquí es una locura muy peligrosa. Debemos parar la fiebre por el petróleo del Ártico.”
La plataforma de Cairn ha sido abordada por el equipo de Greenpeace, cuando se dirigía por el estrecho de Davis hacia la zona de perforación Atammik, al oeste de Groenlandia, donde planea perforar a 905 metros de profundidad. La Leiv Eiriksson se encontraba a pocas horas de llegar al lugar y comenzar sus operaciones, cuando los escaladores la abordaron y desplegaron el campamento de tres metros de diámetro. Mientras el campamento siga instalado, la perforación es imposible.
Entristece ver cómo nuestra actual adicción al petróleo y la insaciable sed de dinero de las compañías petrolíferas están llevando a estas empresas sin escrúpulos a cometer la locura de arriesgarse a producir un daño irreparable en una de las regiones más extremas, bellas y ricas por su incalculable valor natural, de nuestro planeta. Más sabiendo que hoy en día tenemos los conocimientos y los medios para sustituir las energías sucias y peligrosas como el petróleo, por energías renovables mediante la electrificación del transporte y que solo mediante medidas de ahorro y eficiencia energética, se podría conseguir ahorros enormes de combustible en el transporte.
Un accidente como el causado el año pasado en el Golfo de Méjico por BP, en estas aguas cercanas a Groenlandia, harían parecer sencillas las dantescas e inefectivas tareas de limpieza que tuvieron lugar en la costa norteamericana. Por eso, desde aquí enviamos toda la suerte a nuestro equipo en el Ártico.
Rodrigo Marcos, campaña de Cambio climático y Petróleo de Greenpeace