Shell ha partido rumbo a Alaska, a dos semanas de que comience su ventana de perforación. Ayer, con la oscuridad de la madrugada se puso en movimiento la plataforma de Shell Polar Pioneer, aquella a la que se subieron 6 activistas mientras navegaba por el Pacífico. Una operación polémica, y Shell lo sabe bien. La propia administración Obama ha estimado en un 75% la probabilidad de vertido de la actividad de Shell en Alaska. Un riesgo demasiado alto y el historial pasado de Shell en el Ártico no es precisamente tranquilizador. Quizás por eso quiso intentar que pasase desapercibido y lo planeó a unas horas intempestivas.



Pero el puerto de Seattle no estaba tan desierto y tranquilo como se esperaban. 40-50 activistas en kayaks les esperaban en el agua con una gran pancarta flotante “Shell, no” y otros tantos en la costa hacían de altavoces de la protesta. No se podía esperar menos, el movimiento ciudadano en contra de las prospecciones de Shell en el Ártico de Alaska es multitudinario.



No consiguieron impedir que la plataforma finalmente saliese del puerto. Las imágenes dejan claro lo complicado que era eso, el clásico David contra Goliath. Pero también dice mucho del valor de estas personas anónimas que con sus kayaks y remos salieron a plantarle cara a este mastodonte de acero de 40.000 toneladas.


Vídeo para versión móvil

Y no fue en vano. Consiguieron retrasar la salida de la Polar Pioneer varias horas, y durante ese tiempo las imágenes y los vídeos salieron a los medios y miles de personas pudieron seguir la protesta en directo por internet.



El resultado final fueron una docena de detenidos, entre los cuales había voluntarios de Greenpeace, que fueron más tarde multados y puestos en libertad. Pero lo más importante: Shell ya no se ha escabullido a escondidas.

Y el eco de las voces que gritan “Shell, no” les seguirán por todo su recorrido. Estoy segura.

¡Únete a esas voces y firma la petición para proteger el Ártico!