La ciencia lo está diciendo alto y claro: los neonicotinoides son peligrosos para las abejas y otras especies. Por ello, precisamente ayer la Comisión de Medio Ambiente le dio un apoyo masivo a la propuesta de la Comisión Europea para prohibir tres insecticidas neonicotinoides (imidacloprid, tiametoxam y clotianidina). Y lo hizo rechazando con una abrumadora mayoría de votos las objeciones de la eurodiputada conservadora Julie Girling que pretendía impedir que se prohíban estos venenos.
Los tentáculos de la poderosa industria agroquímica llegan a todos los rincones pero de esta vez la jugada les salió mal. La eurodiputada británica reprodujo en sus objeciones todos y cada uno de los argumentos de la industria para que no se prohiban los neonicotinoides, pero la Comisión de Medio Ambiente mostró firmeza, mostró que las abejas y la biodiversidad son más importantes, porque son un bien común que todas las personas tenemos que cuidar. El resultado: 43 eurodiputados votaron en contra de las objeciones de la industria, perdón, de la eurodiputada británica, ocho votaron a favor y seis se abstuvieron.
Esta votación debe ser una clara señal para la Comisión Europea: debe poner ya sobre la mesa una propuesta formal para la prohibición total de estos peligrosos insecticidas. Pero es también un claro mensaje para todos los Estados miembros: deben apoyar una prohibición total de los neonicotinoides. Así que, desde aquí y con el apoyo de cada vez más personas (¡casi 420.000!), instamos de nuevo a la ministra Tejerina a apoyar esta prohibición. Ya no hay excusas y lo que no hay también es tiempo. Tenemos de actuar lo antes posible para proteger a las abejas, la biodiversidad y por supuesto a nuestra salud, porque lo que no es bueno para las abejas tampoco es bueno para las personas.
Hoy por la mañana temprano, mientras polinizabamos a mano unos calabacines (sí, en el centro de Madrid nos faltan polinizadores que hagan esta labor), me decía mi hijo de 7 años probando el polen de un calabacín, por supuesto, ecológico. “Si lo pueden comer las abejas yo también puedo”. No le dejaría probarlo si estuviese fumigado con insecticidas, ni creo que ningún agricultor convencional dejaría que lo probaran sus hijos. ¿Por qué las abejas tienen que seguir comiendo plaguicidas?
Y es que se lleva más de veinte años denunciando el peligro de los insecticidas neonicotinoides. ¿Cuánto más daño hay que hacer antes de que finalmente se prohíban del todo? Porque los efectos ecológicos tardan en aparecer, pero cuando aparecen puede que sea demasiado tarde para retroceder.
Pero está claro que no podemos bajar la guardia. Sencillamente, porque la industria hará todo lo que esté a su alcance para retrasar e impedir que estas prohibiciones se pongan en marcha. Por cada mes que pasa su cuenta de resultados aumenta… pero también los daños al medio ambiente, a nuestro futuro.
Por ello tenemos que actuar. Tenemos que mostrar que somos muchas las personas que nos preocupamos por esos seres tan fantásticos que son las abejas. ¡Firma la petición para salvar las abejas! ¡Lo conseguiremos!