Cada año en España se usan unos cuantos billones de vasos de poliestireno. Una sola vez. Una maldita sola vez. Y luego acaban por ahí tirados, probablemente alimentando una isla de basura de un océano cerca de tu casa.
Ahora compara ese vaso feo y endeble con una elegante y fiel taza. Elige una que te guste, y disfruta contemplándola entre sorbo y sorbo. Con un poco de cariño se quedará contigo toda la vida. Y siempre estará dispuesta a ofrecerte su asa para que no te quemes.
Ni punto de comparación.