Terrible, ¿no? Tú puedes ayudar a invertir esa tendencia plantando tu propio árbol. Te explicamos cómo:
1. Seguro que cerca de tu casa, o de tu trabajo, o de donde quiera que vayas cada mañana, has visto un lugar soso que necesitaría de un buen par de árboles para alegrarlo. Si es así, ¡ya tienes un hogar para tu árbol! Eso sí: comprueba que cuando crezca no vaya a molestar a vecinos, ni vaya a enredarse con el tendido eléctrico, ni cosas parecidas.
2. Elige el árbol que quieres plantar. Eso sí: ¡ha de ser de la zona! Observa qué árboles hay a tu alrededor, elige el que más te guste, y coge una de sus semillas.
3. Espera a otoño.
4. Plántala en un tiesto con tierra. Mantén la tierra humeda, regando preferiblemente por las noches, hasta que la semilla germine.
5. Cuando el arbolito esté brioso y con hojas, ya puedes mudarlo a su nuevo hogar. Cava un hoyo suficientemente grande, de la misma profundidad que el tiesto, y al menos el doble de su grosor. Riéga el hoyo, inserta en él el arbolito, preferiblemente con la propia tierra del tiesto, y cubre el resto del hoyo con su propia tierra.
6. Pon entre 50 y 75 gramos de abono en la parte del hoyo que has recubierto con su propia tierra.
7. Quita la vegetación cercana que vaya a hacer competencia al joven árbol.
8. Prótegelo de los animales poniendo una maya de un metro de alto a su alrededor, sujetada por entre una y tres estacas.
9. Por último, riégalo cuando pases por ahí, sobre todo en verano.
10. Disfruta sabiendo que este nuevo árbol suministrará oxígeno para dos personas para toda su vida.