En los últimos años, buena parte de la industria textil mundial se ha desplazado al sudeste asiático en busca de precios más competitivos y procesos más rápidos, algo que no solo se consigue con salarios bajos para los trabajadores y malas condiciones laborales, como han denunciado organizaciones como Setem, sino también prescindiendo de controles medioambientales. En países como China hay ríos que cambian de color varias veces al año en función de los tonos que estén de moda en ese momento. La moda global tiene como consecuencia la contaminación global.
La rapidez con la que cambian las colecciones y la necesidad de reducir precios han convertido al sector textil en uno de los más contaminantes del planeta, lo que está cambiando la forma de vida de miles de personas en los países productores y está ocasionando graves perjuicios en su entorno. Pero la contaminación no se queda allí donde se vertieron los productos químicos que cada vez con más frecuencia utiliza la industria, sino que en muchas ocasiones estos quedan impregnados en la ropa que llega a los armarios de todo el mundo.
En países como China hay ríos que cambian de color varias veces al año en función de la moda.
Precisamente esta cuestión ha quedado demostrada en unos análisis realizados por Greenpeace sobre prendas de 20 conocidas marcas internacionales, entre ellas algunas españolas como Mango y Zara, en las que se hallaron sustancias químicas peligrosas que cuando se degradan (por ejemplo al lavarlas) se transforman en disruptores hormonales o en sustancias cancerígenas. Es la otra cara de la moda global: la contaminación global.
La mayoría de las empresas multinacionales del sector cuentan con una política de responsabilidad social y medioambiental, pero la realidad es que rara vez se cumplen; es lo que las ONG ecologistas y sociales denominan “green washing” o lavado de imagen para hacerla parecer respetuosa con el medio ambiente.
La Campaña Detox de Greenpeace nació en 2011 con el objetivo de darle la vuelta a esta situación y lograr la “descontaminación” del sector textil. Para ello se iniciaron conversaciones con numerosas empresas del sector cuyos proveedores se encuentran en países como China, y se les pidió que fueran ellos quienes forzaran ese cambio; que pidieran a sus proveedores que dejaran de usar productos tóxicos y que los sustituyeran por otros no contaminantes en un plazo de tiempo razonable.
Algunas empresas como H&M, C&A o Marks & Spencer y, más recientemente, las españolas Zara y Mango, decidieron sumarse a la campaña, al igual que otras deportivas, como Puma, Nike o Adidas. Pero Greenpeace entiende que el cambio es algo que debería hacer todo el sector, y no solo una parte, por lo que ha mantenido contactos con más compañías para lograr que las principales marcas respalden su proyecto.
2020 es la fecha en la que las empresas se han comprometido a “limpiar” sus colecciones.
El grupo español Inditex, el mayor del sector textil a nivel mundial, afirma que vende 850 millones de prendas todos los años, que son confeccionadas en miles de talleres diferentes, y lo hace a una velocidad vertiginosa. Desde que un diseño se perfila en la central de Arteixo (A Coruña) hasta que llega a los escaparates pueden haber pasado solo dos semanas, algo que hace unos años llevaba meses. Este sistema de generar colecciones continuamente al margen de las estaciones del año se ha extendido entre las marcas de “moda rápida”, lo que ha contribuido a engordar el problema.
¿Es posible que un sector tan complejo y diversificado alcance unos estándares mínimos? La respuesta está clara para Greenpeace: sí es posible. Si el resto de empresas siguen los pasos de Zara y exigen a proveedores que se adapten a unos mismos estándares de producción, se producirá una reacción en cadena en todo el sector al completo que eliminará determinados tóxicos porque nadie los querrá en sus productos.
Sea como fuere, 2020 será un año clave para ver los avances que se han conseguido, porque es la fecha en la que las empresas se han comprometido a “limpiar” sus colecciones y a dejar de estar bajo la sospecha de que detrás del glamour de sus colecciones ocultan un secreto: la cara oscura de la moda.