Magazine / diciembre 2012

Testimonios del Prestige

Hace 10 años una marea blanca de voluntarios inundó las costas afectadas por el Prestige. Los siguientes testimonios son un recuerdo de aquellos días.

© Xavier Mullet

La experiencia se hizo exposición

Xavier Mulet fue voluntario durante el Prestige. Allí, además de disparar instantáneas con su cámara, compartió polideportivos, hostales y tiempo, mucho tiempo con gente llegada de todas partes.

De vuelta a Barcelona escribió unas crónicas (hace diez años no existía Facebook) que acabaron por convertirse en una exposición fotográfica. Esta exposición tenía como tarjeta de invitación esta foto de dos voluntarios riojanos. El objetivo de Xavier era que alguien los reconociese, pero seguimos sin conocer sus nombres y su historia.

© Greenpeace/ Kurt Prinz

El barco terrestre de Greenpeace

En 2002 trabajaba en Greenpeace Austria. Un día después de la catástrofe, me fui conmocionado a la oficina y sugerí viajar a España para ayudar a las personas de aquel lugar y a los compañeros de Greenpeace. En aquel momento nosotros teníamos nuestro propio “barco terrestre”, un vehículo de carga que contaba con material de laboratorio y espacio suficiente para que durmieran seis personas. Podíamos así recorrer toda la “Costa da Morte” al sur de A Coruña y documentar las consecuencias de la catástrofe petrolífera.

Esa misma tarde conseguí reunir un equipo y nos pusimos en marcha al caer la noche. Sin descanso condujimos día y noche, en total 2.700 km. Condujimos muchos kilómetros alrededor de la costa en búsqueda de restos de crudo, ”chapapote”.

Durante muchos días documentamos los daños medioambientales producidos a lo largo de la costa y ayudamos allí donde pudimos. Constantemente se nos aparecía la misma y trágica imagen – cientos de aves marinas embadurnadas de petróleo y muertas. Las consecuencias a largo plazo son latentes y de larga duración.

Bernd Schaudinnus, miembro de Greenpeace Austria

© Greenpeace

La primera vez que vio el mar

Mi nombre es Mezei Csaba soy de Hungría. Hace 10 años trabajaba para Greenpeace como la coordinadora de la “Landship” -un camión de exhibición con múltiples funciones. Nuestra pequeña delegación estuvo ayudando durante la operación de limpieza en una playa cerca de A Coruña. Esa fue la primera vez en mi vida que vi el océano. La luz del reflejo en el agua no era el usual dorado anaranjado. Era negro, una puesta de sol negra.

Sigo creyendo que organizaciones como Greenpeace pueden marcar la diferencia y que todas las personas somos capaces de actuar por una [R]evolución Energética.

Csaba Mezei, coordinadora de “Landship” de Greenpeace

© Greenpeace

“Todos éramos la marea blanca”

La mayoría veníamos de lugares lejanos o muy lejanos, otros eran de aquella zona, no nos habíamos puesto de acuerdo, ni nos conocíamos previamente.

Ropa de abrigo, y encima el chubasquero, y encima el mono, guantes, botas, máscara, los pies se pegaban al suelo y parecíamos astronautas en un inhóspito paisaje lunar.
Todos éramos enjambre, la marea blanca, y estábamos allí movidos simplemente por indignada solidaridad. Así de fácil.

Enric Dalmau, voluntario de Greenpeace Cataluña