Galicia, Asturias, León y Portugal arden y el fuego se ha llevado ya nueve víctimas mortales, tres en España y seis en Portugal. Se cierran las campañas de extinción de incendios, y Galicia arde con 132 focos en menos de 24 horas, Asturias amanece con 35 incendios, León con varios focos y Portugal continúa con 300 incendios.Y aunque el Ministerio haya anunciado que amplía el dispositivo por estas temperaturas tan altas, lo que queda claro es que los incendios forestales son un problema ambiental y social que requiere mucho más que decisiones de última hora.

Un otoño veraniego con montes vulnerables y embalses vacíos, en el que incluso ante la escasez de agua, la Xunta ha permitido, como medida extraordinaria que lo/as ganadero/as puedan coger agua de depósitos destinados a la extinción de incendios.

Temperaturas altas, pocas o nulas precipitaciones y para colmo el viento (con la llegada del huracán Ophelia), ¿Qué más se puede pedir? una combinación explosiva que hace enormemente complicada y peligrosa la tarea de extinción de los incendios.

Un clima que agrava la virulencia de los incendios, pero que no explica su origen. En estos días, la Xunta ha confirmado que la gran mayoría de los incendios han sido intencionados.

Como apuntábamos en el anterior balance, más de la mitad de los incendios ocurren en el Noroeste de la península (Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco y las provincias de León y Zamora), 42,29% de los cuales en Galicia. (Estadísticas definitivas Decenio 2001-2010, MAPAMA). 

 

Las estadísticas también hablan de las causas:

54,73% son intencionados.
23,31% son de negligencias y accidentes
15,38% son de causa desconocida.
4,39% producidos por rayo
2,19% por reproducción por otros incendios.

Teniendo en cuenta sólo los incendios de causa conocida, tenemos la cifra alarmante: el 96% son producidos por el ser humano.

El fenómeno incendiario en el Noroeste de España no es algo nuevo. En Galicia, en 2002 llegó a haber hasta ¡394 focos activos simultáneos asolando tierras gallegas! Durante 12 días de agosto de 2006 en los que ardieron 80.000 hectáreas y se vivieron situaciones como las que se viven ahora mismo en Galicia. Incendiarios quemando por la noche, simultaneidad de incendios desbordando el operativo antiincendios, silencio en las aldeas e impunidad de los responsables.

Más recientemente, en diciembre de 2015, los montes el Norte y el Noroeste de la península sufrió una oleada de incendios, nada novedosa excepto que se produjo época navideña, cuando lo habitual era en febrero-marzo. Y en este año 2017, las quemas descontroladas e ilegales durante el mes de abril volvieron a provocar un repunte de los incendios forestales en zonas de Galicia y Asturias.

Según la Estadística General de Incendios Forestales de España, que recopila datos desde finales de los años sesenta, los incendios de invierno-primavera del Noroeste peninsular suponen el 63% de los incendios y el 46% de la superficie que se quema cada año en toda España. Como recordábamos entonces, la cultura del fuego por parte del mundo agrícola estaba detrás de estos incendios forestales.

Personas fallecidas, desalojos masivos, cortes de carreteras, pérdidas de bienes, desolación, pérdida de espacios protegidos como en estos días el parque natural Baixa Limia-Serra do Xurés, etc..

De nuevo, desde Greenpeace nos repetimos. Es fundamental que la administración tome como prioridad un problema social y ambiental que además es particularmente grave en regiones como la nuestra que son más vulnerable al cambio climático. Son necesarias las campañas de sensibilización a la población, en la que se persigan y encause a las personas responsables de quemar nuestros bosques.

Desde la población debemos extremar las precauciones en el monte, colaborar para identificar a las personas responsables de quemar así como asumir el riesgo de incendio en el medio rural, elaborando planes de autoprotección en viviendas y urbanizaciones.