La energía nuclear crea residuos peligrosos para la salud y el medio ambiente que se mantienen radiactivos durante cientos de miles de años, y los accidentes nucleares arruinan regiones enteras.
7 reactores
operativos en el parque nuclear español de los 442 que hay en el mundo
32
de los 194 países del mundo tienen toda la potencia nuclear instalada y casi la mitad está en Europa
36,5 años
es la edad media del parque nuclear español, por encima de la media mundial, 30,9 años.
Un hombre con un traje de protección y guantes sujeta una muestra de tierra para analizar la radiación. Un miembro del equipo de Greenpeace tiene un contador Geiger que muestra niveles de radiación de 7,66 micro Sievert por hora en la aldea de Iitate, a 40 km al noroeste de la planta nuclear de Fukushima Daiichi, y 20 km más allá de la zona de evacuación oficial.

El problema

Sus huellas, altamente contaminantes y muy duraderas en el tiempo, y sus riesgos, con accidentes que resultan devastadores para la salud de las personas y los ecosistemas circundantes, hacen que la energía nuclear no sea una alternativa limpia y sostenible.

Una flota envejecida como de la que dispone España eleva los riesgos y amenazas de accidentes como el de Fukushima o el de Chernóbil, con un altísimo coste social, ambiental y económico que paga la ciudadanía y no la industria nuclear.

Los 442 reactores actualmente en operación en un total de 32 países producen alrededor del 10 % de la electricidad mundial. El parque nuclear está envejecido y las nuevas construcciones sufren aumentos de los presupuestos previstos y retrasos en los prolongados plazos de construcción. Ni siquiera es una energía barata: la instalación y desmantelamiento de las centrales son muy caros, al igual que la obtención de una materia prima escasa (uranio o plutonio) y la gestión de los residuos, que se mantienen radiactivos durante cientos de miles de años durante los cuales hay que almacenarlos y gestionarlos adecuadamente.

La solución

Mejorar la seguridad y programar el cierre de las centrales nucleares, así como, temporalmente, realizar una correcta gestión de los residuos radiactivos en almacenes individualizados (ATI) en seco. Potenciar las labores de seguridad en las centrales nucleares resulta crucial para evitar accidentes como el de Fukushima y Chernóbil, pero solo como paso intermedio antes de su cierre definitivo para llevar a cabo una transición energética 100% renovable.

Es necesaria una reforma fundamental del régimen de responsabilidad nuclear. La responsabilidad debe ser estricta e ilimitada en el tiempo y en el alcance, debe determinar la responsabilidad de los proveedores, así como de los operadores, y garantizar una cobertura plena de todos los costes potenciales de un incidente o accidente nuclear.

«Los accidentes nucleares conllevan pérdidas incalculables para las poblaciones y la naturaleza adyacente»

Qué está haciendo Greenpeace

Dentro de los altos riesgos asociados a la energía nuclear, Greenpeace pone énfasis en aquellas centrales que por su envejecimiento desmedido suponen grave riesgo para la seguridad ciudadana y medioambiental, y también en todas aquellas iniciativas que traten de potenciar una energía innecesaria.

Tras muchos años de campaña, celebramos el cierre definitivo de la central nuclear de Santa María de Garoña porque se abre definitivamente la puerta hacia el fin de la energía nuclear en España. El resto de centrales nucleares necesitan ser desmanteladas, y sus residuos radiactivos gestionados adecuadamente para su almacenamiento durante periodos de tiempo incalculables. Para ello, es necesario elaborar un buen Plan de Gestión de los Residuos Radiactivos para administrar la peligrosa basura que generan las nucleares.