En Greenpeace siempre ponemos nombre a las lanchas neumáticas que navegan en nuestros barcos. Delaila, Huracaine o Pigeon son nombres reales de nuestras zodiacs. Porque en ellas navega nuestro espíritu, nuestra identidad. Porque Greenpeace sin lanchas seguramente no sería Greenpeace. Llevamos más de 40 años surcando los mares del mundo en defensa del medio ambiente. Nuestros barcos y nuestras lanchas solo se detienen para ser reparados o puestos a punto. Sin embargo, desde el pasado 28 de noviembre hay lanchas que no surcan los mares y que han asumido una nueva identidad. El drama de los refugiados que se ahogan en nuestras costas huyendo de la guerra y la violencia (provenientes de países como Siria, Irak, Afganistán, Pakistán, etc.) ha hecho que decidamos ponerlas al servicio de Médicos Sin Fronteras (MSF). Ahora su única misión es salvar vidas en Lesbos (Grecia). Y en este tiempo han asistido a más de 14.000 refugiados en más de 300 operaciones de rescate.
Miles de personas arriesgan cada día su vida en el mar entre Turquía y Grecia. Médicos sin Fronteras las atiende cuando llegan a las costas. Pero en los meses de invierno disminuyen las posibilidades de llegar con vida a la costa. Es ahí donde entra en juego nuestra experiencia en mar. Voluntarios de todos los países, incluido el nuestro, han viajado hasta Lesbos para contribuir en las labores de rescate. Cuando los refugiados llegan a tierra, MSF comienza con su labor en terreno prestándoles asistencia sanitaria.
“Estábamos horrorizados por la crisis de refugiados en el Mediterráneo, nos vimos obligados a actuar en todo lo que pudimos. Huir de los conflictos, la pobreza y los abusos a los derechos humanos con la esperanza de una mejor vida no es un crimen. Creemos que los que tienen la capacidad de ayudar deben hacer todo lo posible. Nosotros solo hemos aportado nuestra experiencia marítima a la labor de MSF, con la esperanza de salvar vidas “. Así explicaba Alexandra Messare, directora de Programas de Greenpeace Grecia, las razones de tener nuestras lanchas en Lesbos.
Sin embargo, en Greenpeace sabemos que el drama no se soluciona solo con las labores de rescate. Sabemos que miles de refugiados acaban en tierra de nadie, viviendo en tiendas de campaña embarradas. Incluso muchas familias deciden retornar a la guerra que dejaron. Por eso nos sumamos al clamor internacional que pide a los líderes políticos que no dejen morir a los refugiados frente a nuestros ojos, que actúen. Europa no puede permitirse ser cómplice de esta tragedia. Mientras tanto seguiremos en el mar al servicio de Médicos Sin Fronteras aportando nuestra experiencia para salvar vidas. Porque cada persona que huye de la guerra de Siria tiene nombre propio, porque cada persona que ha perdido la vida en el mar tenía nombre propio.
Laura P. Picarzo
Directora de Comunicación de Greenpeace España
@laurapicarzo