1 Es obvio que el ser humano es incapaz de controlar al 100% la energía nuclear, y eso es un problema... La ciencia podrá haber avanzado mucho, pero por ejemplo, el Gobierno japonés no sabe aún cuándo ni cómo tendrá los reactores afectados en Fukushima bajo control.
2 El sector nuclear es excesiva (e inexplicablemente) opaco. Tras el accidente nuclear, el propio primer ministro japonés del momento, Naoto Kan, recibió informaciones inexactas e incompletas. Numerosas personas afectadas por el accidente se sienten engañadas y aseguran que una cosa es ocultar información para no crear alarma y otra mentirles deliberadamente.
3 Las eléctricas con centrales nucleares se llevan la pasta cuando las cosas van bien pero “democratizan” las deudas cuando van mal. Muchos afectados están indignados porque Tepco, la empresa propietaria de Fukushima Daiichi, se hiciera pública tras el accidente y que todos los ciudadanos estén pagando ahora sus errores.
4 Los accidentes nucleares son imprevisibles y la experiencia demuestra que pasan. Por ejemplo, si ocurriera en España (o Francia) nos afectaría a todos.
Esto parecerá de perogrullo, pero he hablado con numerosas personas en Japón que aún no se creen que haya sido a ellos a quienes les ha ocurrido esto.
5 La contaminación nuclear no es un juego. El Gobierno japonés quiere dar un medidor de radioactividad a las personas que deberán a volver a las zonas afectadas, pero vivir durante años con un aparato así en la mano no parece muy divertido.