Magazine / abril 2016

Entrevista: Iciar Bollaín

© Greenpeace/ Pablo Blázquez

“Nuestro modelo de sociedad está construido contra la naturaleza”

La nueva película de Icíar Bollaín, El Olivo, se estrena el 6 de mayo en España. Como es habitual en su filmografía, la mirada de esta directora no deja indiferente. En El Olivo, Bollaín ha querido contar la aventura de Alma, una joven de 20 años dispuesta a recuperar el olivo milenario que vendió su familia años atrás y por lo que su abuelo se sumió en el silencio. Su afán por recuperar el olivo le lleva a Alemania en una especie de road movie sobre la crisis y la importancia de cuidar lo que es de todos.

¿Qué representa el olivo? ¿Qué metáfora has querido transmitir? Tiene muchas metáforas. Es un símbolo del Mediterráneo, de nuestra cultura. Y en el caso de la película es una metáfora de lo que ha pasado en nuestro país en los últimos años. Hemos expoliado olivos con un valor patrimonial enorme para convertirlos en objetos de lujo y de decoración. Esos olivos tan viejos, que tienen en algunos casos hasta 2.000 años, simbolizan la importancia que tiene cuidar nuestro patrimonio. La crisis ha hecho mucho daño y el olivo también representa todo ello.

Y después de ese expolio y esta crisis, ¿en qué punto estamos?
Yo creo que hemos perdido muchos derechos que van a ser muy difíciles de recuperar. Pero también creo que hay esperanza. Nos hemos dado cuenta de que no podemos jugar un papel tan pasivo dejando que esto ocurra. Personalmente creo que teníamos que habernos preguntado mucho antes de dónde salía este dinero, este despilfarro. Hay unos responsables de todo lo que ha ocurrido en estos años pero también hay que preguntarse qué estábamos haciendo nosotros. Aunque por otro lado estoy convencida de que ya no nos la van a volver a meter. En ese sentido ha habido un despertar.  

Este despilfarro y posterior ruina ¿es lo que representa el personaje del actor Javier Gutiérrez?
Hay dos cosas, a mí la frase de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades no me vale. Porque el personaje de Javier ha trabajado como un animal, ha ganado mucho dinero y de repente todo ha desaparecido, lo que ha quedado son las deudas. De hecho creo que es una víctima que se creyó que había dinero y trabajo a espuertas. Hay un momento en la película en la que recorren en moto un paisaje a medio construir que es precisamente lo que estaba haciendo Javier, una urbanización. Él se ha dejado la piel y ahora tiene un montón de proveedores que no ha pagado y él tampoco. Hay escenas que reflejan todo esto, como en la que le persiguen a los que debe dinero, otra escena donde aparece él con tres teléfonos: uno para los deudores, otro para los que debe dinero, otro para la familia.
Y todo este panorama contado con humor.

El humor templa. Es una manera original de contar lo que ha pasado que, por otra parte, no tiene ninguna gracia. Javier Gutiérrez en su desesperación es gracioso, muy a su pesar. Y eso me parecía muy original y es nota común en las películas de Paul Laverty.

¿Con qué causas te identificas más? Con la medioambiental, aunque tampoco he sido muy activista, pero es que por lo ambiental se llega a la izquierda, porque al final está todo ligado. Todo el desarrollo y el consumo, el modelo de sociedad que tenemos está construido contra la naturaleza, contra nuestra propia sostenibilidad. No es sostenible el modelo que tenemos.

En la película hay un contraste que a Paul le interesaba mucho destacar: la producción de gallinas que crecen en 40 días, por exigencias del mercado en la granja donde trabaja la protagonista, frente a esos olivos que crecen en 2.000 años. El ritmo forzado de consumo y el ritmo natural. Tampoco digo que tengamos que adaptarnos al del olivo pero debemos encontrar el equilibrio y el respeto. No funciona el no respeto. Hay que frenar el consumo como lo conocemos. Quizá no podamos viajar todos los fines de semana y utilizar el coche tanto.

¿Estamos más concienciados de todo esto?
Yo creo que sí, que hay más conciencia que hace unos años. Lo veo en los niños. Pero lo que más me sorprende de todo esto es que los responsables, los obamas, los putins, los que tienen acceso a toda esta información, no vean la carrera hacia el barranco y no hagan nada. Sé que suena muy ingenuo pero es lo que pienso. La presión económica debe ser enorme.

El ciudadano tiene algo de información pero ellos la tienen toda ¿cómo es posible entonces que no actúen?
Imagino que es como la crisis, también lo sabían y nadie lo frenó. Hay una irresponsabilidad impresionante. Supongo que es un pensamiento basado en el beneficio aquí y ahora y los que vengan que arreen. A pesar de todo sí creo que, gracias a la labor de Greenpeace, entre otras cosas, existe mayor concienciación.