Esta mañana Algeciras se ha levantado con un nuevo vertido de hidrocarburos en sus aguas, y ya es el segundo en unos días. La semana pasada, hubo un vertido de unos 5000 litros cuando una “gasolinera flotante” suministraba combustible a un buque, lo que se conoce como bunkering, una peligrosa actividad demasiado frecuente en la zona. En aquella ocasión, el viento de poniente introdujo en la mancha en el puerto de Gibraltar, y las autoridades de la zona se aseguraron de limpiarlo y de que la información no se filtrase a la prensa.

Este nuevo vertido se ha producido en aguas españolas, procedente del barco “Segulus” cuando se encontraba en el fondeadero D, del puerto Algecireño. En esta ocasión el viento predominante es de levante, lo que a buen seguro hará que el vertido acabe afectando a las playas de Getares y El Rinconcillo y el Parque Natural del Estrecho. Actualmente, el barco causante del vertido, permanece retenido a la espera de que las autoridades completen la investigación sobre lo sucedido.

Ni los peces, ni los vertidos entienden de fronteras y el bunkering contamina en Gibraltar y en España. Es triste ver como las autoridades españolas y gibraltareñas están enfrentadas por patrióticos debates sobre la soberanía de las aguas, mientras nadie hace frente a los verdaderos problemas que sufre la zona.  Ni unos ni otros parecen darse cuenta que su constante confrontación solo perpetúa y agrava una crisis ambiental con importantes repercusiones sociales en Campo de Gibraltar. Y ni unos ni otros ponen soluciones y si hacen la vista a las agresiones ambientales, sobre todo a las propias mientras se llevan las manos a la cabeza con las ajenas.

Además, estos últimos problemas se ven agravados por la situación que vive la zona y esta viene desde España. Desde finales de Mayo la Unidad de Vigilancia Ambiental (UVAM) de la comarca del Campo de Gibraltar se encuentra inoperativa, como han denunciado Agaden, Plataforma de Ciudadanos Rodeados por las Fábricas y otras organizaciones. Esta unidad es la responsable de las labores de control y actuaciones en caso de emergencia de contaminación marítima, como ha ocurrido en esta ocasión. Todo esto pone la manifiesto la necesidad de un drástico cambio de rumbo en el control y la gestión ambiental por parte de las autoridades “competentes”, para que la Bahía de Algeciras deje de ser uno de los peores puntos negros de contaminación a nivel europeo.

Juande D. Fernández, (@Juande_Fdez) Delegado de Greenpeace en Andalucía.
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Cedida/AGADEN