Después de la acción de protesta que hicimos en la sede de Gas Natural Fenosa para devolverles simbólicamente su contaminación, le tomamos la palabra a la empresa cuando dice en uno de sus últimos anuncios que “lo importante no es lo que dices, es lo que haces”. No se puede estar más de acuerdo así que hoy hemos ido a la Junta de Accionistas de Gas Natural Fenosa a plantear qué hace en realidad la empresa de la mariposita amarilla “comprometida con la sociedad”.



El grueso del negocio de Gas Natural Fenosa se dedica al gas desde su extracción, transformación, almacenamiento, transporte, distribución, comercialización y generación de electricidad. Esto, lejos de garantizarle un bajo impacto ambiental, le ha granjeado el tercer puesto en la escala de las empresas que más CO2 emiten en España debido al corazón carbonero que tan bien esconde en sus anuncios.

Emite el 4% de todas las emisiones de CO2 del país y concentra el 75% de su producción de electricidad en energías contaminantes y obsoletas: carbón (16%), nuclear (5%) y gas natural (55%). A las nuevas renovables dedica un escaso 8% de la capacidad de generación que tiene instalada en España: sí, has leído bien, la empresa de la mariposa tiene el doble de carbón que de renovables.

Las emisiones de la quema de carbón además de agravar el cambio climático producen ingentes problemas en la salud. Las muertes prematuras que causaron en Europa las emisiones contaminantes (NOx, SO2 y PM2,5) de las térmicas de carbón propiedad de Gas Natural Fenosa teniendo en cuenta las emisiones de 2013 son terribles: Anllares (León, en copropriedad con Endesa) fue responsable ese mismo año de 110 muertes prematuras, Meirama (A Coruña) de 90, La Robla (León) de 57 y Narcea (Asturias) del fallecimiento prematuro de 27 personas. ¿Cuándo piensa cerrar estas viejas centrales?

A pesar de los lemas altisonantes de sus anuncios, Gas Natural Fenosa está anteponiendo sus intereses económicos a los de la sociedad e incluso a los valores naturales como en el Parque Nacional de Doñana donde pretende extraer y almacenar hidrocarburos. Algo a lo que nos hemos opuesto firmemente y que ahora hemos llevado ante Europa.

Si el gas tiene un papel en la transición solo puede ser el de facilitar el cierre muy rápido de carbón y nucleares antes de 2025 para sustituirlas con renovables y dejar el paso completamente a estas lo antes posible (y nunca más tarde de 2050). Pero aún está por ver de cuánta potencia de gas realmente estamos hablando en realidad ya que la gestión de la demanda puede jugar el mismo papel sin emisiones de gases de efecto invernadero y a menor coste.

Teniendo en cuenta la relevancia que adquiere el autoconsumo, el almacenamiento, los contadores y redes inteligentes en las nuevas directivas europeas para evitar las puntas de demanda de electricidad, el concepto mismo de “energía de respaldo” podría carecer pronto de sentido encareciendo desproporcionadamente los costes del sistema eléctrico y gasista. Unas inversiones empresariales, las del gas, que no solo han motivado el bloqueo de las renovables; también nos cuestan unos 300 millones de euros al año en calidad de carísimas subvenciones para amortizar sus inversiones fallidas y retribuir su “disponibilidad” en el sistema. Así que pagamos doblemente por el gas en nuestra factura: para que esté disponible primero y, luego, cuando sí produce, nos encarece el precio mayorista de la electricidad. Un auténtico chollo.

Pide al Gobierno que deje de priorizar las reclamaciones de las grandes eléctricas y legisle para defender nuestra salud.