El atún rojo ha perdido hoy una  batalla que puede costarle el futuro. En la reunión del Convenio CITES que se celebra estos días en Qatar, se acaba de votar en contra de que el atún rojo pase a engrosar la lista de especies cuyo comercio internacional está prohibido. Sin duda la peculiar diplomacia que las autoridades pesqueras de Japón utilizan en estos casos se ha apuntado una victoria a costa del atún rojo.

El Convenio CITES (Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas, en sus siglas en inglés) regula el comercio de especies amenazadas de fauna y flora silvestres y persigue la conservación de las especies mediante el control de su comercio. En la actualidad se han adherido más de 174 países, cada uno de los cuales es una Parte del convenio.

Existen tres apéndices diferentes bajo los que pueden incluirse las especies a proteger:

El apéndice 1 incluye las especies de animales y plantas sobre las que pesa un mayor peligro de extinción. El comercio de estas especies capturadas o recolectadas en sus hábitats naturales está prohibido y sólo se permite bajo circunstancias excepcionales, por ejemplo, para la investigación científica. Este era el nivel de protección requerido para el atún rojo, debido al grave estado en que se encuentra su conservación.

La situación de la especie puede calificarse de angustiosa, ya que los stocks reproductivos se han reducido a un 15% de los originales. A pesar de ello, Japón ha conseguido un apoyo mayoritario contra la protección en CITES del atún rojo. Conocemos muy bien esa "diplomacia" japonesa, basada en la subvención,  que despliega tan a menudo en la Comisión Ballenera Internacional (CBI), para continuar matando estos grandes mamíferos. Hoy la víctima es el atún rojo.

Juan López de Uralde, director de Greenpeace España.